domingo, 27 de junio de 2010

CUATRO FORMAS DE VIVIR LA POESÍA


Para cerrar el mes de junio, el ciclo Cuatro Ficciones convocó a cuatro poetas platenses, Carlos Aprea, Virginia Fuente, Patricia Coto y Miguel Delía. Los cuatro, de diferentes generaciones, mostraron una diversidad tanto por sus orígenes, su formación como poetas hasta ciertos gustos. Aunque mostraron un punto en común: la plenitud a la hora de escribir poesía.
Ante la pregunta de cómo fue sus primeros contactos con la poesía, todos coincidieron en recordar la escuela secundaria primero, y la universidad después, como los espacios donde conocieron a los primeros poetas. A Virginia Fuente fue un profesor de matemáticas quien le transmitió su amor por la poesía. El caso de Miguel Delía ilustró el encuentro al comentar que había escuchado a “una profesora leer unos poemas en voz alta, y entonces pedí cursar esa materia”. Esa profesora era Patricia Coto, sentada a su derecha. Carlos Aprea, egresado de una escuela técnica y técnico químico, fue el único que citó otros ámbitos de formación. “La radio, el cine, las revistas, las letras de las canciones, eran lugares donde descubrí que había poesía”. Ese comentario abrió un debate que se prolongó a partir de preguntas y acotaciones del público: la relación entre la música y la poesía. La pregunta circundante era si acaso las letras de una canción configuraban un poema. Y los nombres de letristas, con perfil de poetas, surgieron de forma espontánea. Homero Manzi, Spinetta, Manuel J. Castilla.
En el encuentro hubo lugar para situarse ante la relación entre la ciudad y los poetas. Patricia Coto fue clara en ese sentido: “poetas tienen todas las ciudades, no sólo La Plata. Berisso, Mar de Plata. No creo que sólo sea una característica de la ciudad”. Y luego retrató su paso por los grupos que integró, Latencia, Contrastes, Los Albañiles, como lugares diversos y a la vez, estimulantes. Carlos Aprea, ante la cuestión de la poesía y la ciudad, agregó:”hay mitos que son buenos y otros que son malos. Si acaso el mito de “una ciudad de poetas” sirve para que se escriba más poesía, bienvenido sea ese mito”.
Como cierre, hubo una ronda de lectura de poemas. Algunos eligieron versos inéditos, como el caso de Patricia Coto y Miguel Delía. Lo mismo Virginia Fuente, quien leyó un poema dedicado al Equipo de Antropología Forense, que despertó aplausos del público.
El ciclo continúa en julio con un mes donde estarán invitadas tres mujeres de amplia trayectoria. Comienza el próximo jueves, con la crítica literaria y ensayista Josefina Ludmer, el 8 con María Rosa Lojo y el jueves 15, cerrando la primera parte del año, Liliana Heker.
Ramón D. Tarruella
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el 27 de junio de 2010.

De izquierda a derecha: Virginia Fuente, Patricia Coto, Miguel D´Elía y Carlos Aprea.

domingo, 20 de junio de 2010

LA POESÍA COMO UN ACTO SUBVERSIVO

Alberto Szpunberg y Vicente Muleiro
El encuentro del jueves pasado, en el Centro Cultural Islas Malvinas, se trató de una auténtica oda a la poesía. Con definiciones como “la poesía lo puede todo”, “me siento feliz cuando escribo versos”, “el poema es un acto subversivo”, los invitados, Vicente Muleiro y Alberto Szpunberg, han compartido su pasión por el género.
La charla comenzó con un breve retrato de sus primeros años como poeta. Muleiro, quien también es narrador y actualmente subdirector de Radio Nacional, recordó el grupo “El ladrillo”, donde comenzó su andar en la literatura junto a poetas como Jorge Boccanera y María del Carmen Colombo. “Era un grupo de una gran diversidad ideológica. Había troskistas, peronistas, comunistas. El cruce entre cultura política y poesía era fundamental”, comentó Muleiro, sobre su experiencia recién iniciada la década del setenta. No fue el caso de Szpunberg, quien comenzó en los años sesenta y como militante del partido comunista. “A los 14 años me afilié al partido y leí todo lo que llegaba como formación política, desde La madre de Gorki hasta los poemas de Maiacovski. Por suerte, luego me echaron y tomé hacia otros rumbos políticos”, confesó el autor de El Che amor.
Más allá de esos recuerdos, los invitados se distanciaron de toda melancolía. “Actualmente hay otros íconos de militancia, no se puede imitar las formas de los años sesenta y setenta. Lo primero, para un poeta, es escribir, un trabajo donde hay que insistir”, aclaró Szpunberg. Desde una mirada periodística, Muleiro resaltó algunos hechos coyunturales que dieron lugar a nuevas expresiones. Las respuestas a las manifestaciones del campo, los festejos del Bicentenario. “Sigue existiendo la cuestión grupal, la necesidad de buscar un nosotros”, sintetizó.
Alberto Szpunberg sólo publicó poesía, desde 1962, con Poemas de la mano mayor, su primer libro. Vicente Muleiro, en cambio, es autor de cuatro novelas, de obras de teatro, y coautor de una biografía sobre Jorge Rafael Videla, además de poeta. Sin embargo los dos coincidieron en atribuirle un don revolucionario al género. “La poesía es revolucionaria porque tiene un acto subversivo desde el mismo uso de la palabra, desde esa búsqueda”, sentenció Szpunberg. Muleiro eligió una anécdota de la poeta Olga Orozco para aportar a esa idea: “ella estaba combatiendo al lenguaje cuando le escribía versos a su gata Berenice. Y también estaba iniciando un acto de provocación, más allá de sus ideas políticas”.
Antes de finalizar el encuentro leyeron poemas de sus últimos libros. Muleiro, de Ondulaciones, y Szpunberg de La Academia de Piatock, ambos de 2009. El jueves próximo, como cierre del mes dedicado a la poesía, habrá una mesa de autores platenses. Los invitados, de diferentes generaciones, serán Patricia Coto, Virginia Fuente, Carlos Aprea y Miguel Delía.

Ramón D. Tarruella



Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 20 de junio de 2010.

domingo, 13 de junio de 2010

JUANA BIGNOZZI: LA CHICA DE "EL PAN DURO"

Juana Bignozzi en la mesa de Cuatro Ficciones
La poeta Juana Bignozzi escribe desde siempre, sin alterar el entusiasmo ni la constancia. Como tampoco su cercanía al mundo de la poesía. Con más de cincuenta años en el oficio, la poeta pasó por la ciudad el jueves; en el Centro Cultural Islas Malvinas. Conversó sobre su posición frente al arte y su manera de hacer, de la poesía, una forma de vida.
“Yo fui la chica de El Pan Duro”, reiteró durante el encuentro al recordar y volver sobre su experiencia en el grupo de jóvenes poetas, que fundó Juan Gelman en la década del ’60 y que se convirtió en un hito para la poesía. “Fui la única mujer del grupo, era muy difícil para una mujer integrar un espacio público en aquel momento. Y me sorprendió que Juan (Gelman) me convocara”, explicó Bignozzi. “El Pan Duro consistía en compartir sólo un trabajo en común, porque nosotros como integrantes teníamos estéticas, incluso ideas, muy disímiles. Y ésa es la base que aún creo necesaria para mantener y nutrir un espacio colectivo”, concluyó Bignozzi.
Para ella, la eternidad, es el horizonte posible del oficio del poeta. “Yo no busco ni la fama ni la gloria, sí la eternidad”. Motivo que subrayó y que aun la ayuda a despojarse del apremio que existe por publicar. “Hay una urgencia de muchos poetas por acrecentar una obra completa”, explicó. “Cuando creo que cada obra debe tener su vida autónoma. Hay que saber mantener un tranquilo silencio en la casa”, aconsejó la autora de Quién hubiera sido pintada (2001).
A esta idea la poeta agregó una más, en relación a los medios que dispone el autor cuando llega la hora de publicar. “En mi vida pagué un libro, y lo digo porque alguien tiene que apostar por uno en algún momento; no sólo la familia y los amigos, sino un editor”.
En el sondeo de lo eterno, Bignozzi manifestó su consejo a los lectores jóvenes: “los jóvenes tienen que leernos porque es una forma de dar lugar a esa eternidad de la que hablo”. A la vez que expresó un descontento con el panorama actual de la poesía argentina. “Quienes llegaron con veinte años a los años postreros de la dictadura, han leído de allí para adelante, olvidando leer a Echeverría o a Almafuerte, a Guido Spano y la poesía del ´40 por ejemplo que está borrada prácticamente, y eso empobrece”.
En medio de la charla, Juana Bignozzi compartió lectura de algunos de los versos preparados para una nueva antología que, el próximo mes, saldrá con el título Si alguien tiene que ser después. Leyó también poesías, pensadas como salmos, y publicadas el año pasado en La Biblia según 25 escritores argentinos.
La poeta explicó también la notable diferencia que encuentra entre la poesía política y en lo que ella hace, a la que denomina poesía ideológica. “Es muy difícil hacer poesía política porque hay que saber hacer una lectura histórica”. Los nombres que Bignozzi distingue como hacedores de la poesía política, capaces de manejar con destreza esa voz especial, fueron contados. Entre ellos, Pablo Neruda, Nazim Hikmet, Roque Dalton, “alguna cosa de Gelman”, y uno más que se sumó desde el público, Leónidas Lamborghini de quien admiró su manera de trabajar con la parodia.
La lista aumentó con los brasileños, “ellos son grandes poetas políticos”, por ejemplo, “el brasilero Ferreira Gullar” y agregó, “él sí que el hubiese pasado por El Pan Duro”. Por último, descartó la posibilidad de incluir a otros como Paul Éluard o Raúl González Tuñón. “Yo creo que Tuñón es el fracaso del poeta político. En su últimos libros, A la sombra de los barrios amados (1957) y Poemas para el atril de una pianola (1965) regresa finalmente y después de muchos años, al gran Tuñón que no tiene, a mi parecer, esa voz única que requiere la poesía política”, expuso.
El próximo jueves a las 19. 30hs. en el Ciclo Cuatro Ficciones que organiza la editorial Mil Botellas, se abrirá una mesa sobre la relación entre poesía y política. Los invitados, otros dos poetas de gran trayectoria: Vicente Muleiro y Alberto Szpunberg.

Sofía Silva
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada el domingo 13 de junio de 2010 en el diario Diagonales.

domingo, 6 de junio de 2010

LOS VALORES DE ALMAFUERTE


Daniel Menafra y Fernando Alfón
En otra ocasión de los jueves literarios en el Centro Cultural Islas Malvinas, la editorial Mil Botellas organizó una mesa para conversar sobre el poeta Almafuerte. Los invitados, Fernando Alfón y Daniel Menafra, uno escritor, el otro filósofo, exploraron sus discursos y poesías al tiempo que emprendieron la tarea inseparable de preguntarse por la vida del poeta.
Oriundo de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires que a mediados del siglo XIX aún no llevaba el nombre de San Justo y se perdía sin límites entre otros pueblos, Almafuerte partió de su lugar natal para recorrer el norte de la provincia como maestro de escuela y anclarse, hacia el final de su vida, en la calle 66 y 5 de esta ciudad. En busca de la promesa de un trabajo que aliviara su situación económica y le permitiese escribir en sus ratos libres, llegó a La Plata, ciudad que más tarde lo alzará como baluarte.
“¿Qué es Almafuerte, su vida o su obra poética?”, fue la pregunta de Fernando Alfón que abrió la charla. Tanto el poeta nicaragüense Rubén Darío como el escritor argentino Ricardo Rojas, coincidieron en un primer análisis sobre Almafuerte: “ellos van a mostrarse inseguros de llamarlo poeta, por las imperfecciones halladas en su obra; lo sitúan como una persona más interesante por su vida que por su obra”, explicó Alfón.
En sentido contrario, Daniel Menafra quien recurrió al análisis de la obra poética de Almafuerte para su tesis de licenciatura, durante la charla, rescató su condición de poeta y mixturó su caracterización con pasajes de las Evangélicas negras y con poemas, “¡Piu Avanti!” y “Como los bueyes” entre otros. Y expresó, “campos como la poesía y la literatura tienen mucho para ofrecer al pensador en su búsqueda de la verdad que hoy, parece estar monopolizada sólo por la ciencia”.
Entretanto, Alfón recordó las palabras de Jorge L. Borges luego de que otro poeta, Evaristo Carriego, le revelara por primera vez los versos de Almafuerte, “su poesía es algo físico, un impacto al cuerpo”. Y para reforzar la valoración que hizo el autor de El Aleph del poeta homenajeado, Alfón agregó que “Borges es uno de los primeros que pone en juicio y reconoce la obra poética de Almafuerte, ya no tanto su vida. Lo conmueve la contundencia de su poesía y le va interesar sobre todo, el trabajo que hace Almafuerte con la universalidad”.
Almafuerte, un personaje seductor por sus contradicciones, trajo a la mesa más interrogantes, “¿Cómo abrazar el ideal de Sarmiento y de Mitre y a su vez, escribir poemas que uno diría propios de una pluma anarquista?”, cuestionó Menafra. Y a esas contradicciones, el filósofo optó por encuadrarlas en una mirada de época: “Almafuerte era un enamorado del progreso como cualquier hombre del siglo XIX”.
Y hacia el final, desde el público, surgió otra pregunta: “¿por qué Almafuerte ya no se lee en las escuelas?”. Menafra enumeró, “la chusma, lo satánico, la ausencia de una deidad, son temas recurrentes en su poesía. Almafuerte buscaba incomodar, fue política y culturalmente incorrecto, por esa razón creo que, hoy, no es enseñado en las escuelas”. Y a esa pregunta se dio también, otra respuesta, “es interesante tener en cuenta que no tuvo a nadie que lo incluyera como parte del canon literario. No tuvo un Lugones como si lo tuvo el Martín Fierro de Miguel Hernández”, opinó Alfón rescatando una de las cuestiones más importantes de la historia literaria del país.
Este mes de junio, los encuentros continuaran con la “Ronda de poesía”. El próximo jueves 10, a las 19.30hs, se presentará la poeta Juana Bignozzi para conversar sobre su extensa trayectoria en el género.

Sofía Silva
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 6 de junio de 2010.

sábado, 5 de junio de 2010