domingo, 26 de junio de 2011

Letras e imágenes de Berisso

Un encuentro con los poetas Ghidini, Eustratenko y Valledor.

Héctor Ghidini, Griselda Eustratenko y Víctor Hugo Valledor fueron los poetas que animaron el Ciclo Cuatro Ficciones que, como todos los jueves, organiza la Editorial Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas. La charla giró en torno a la ciudad de Berisso, lugar de nacimiento y de formación de los tres invitados.
Profesor de filosofía, además de poeta, Héctor Ghidini se refirió a sus años de secundaria en la ciudad de La Plata a finales de la década del cincuenta: “Me preguntaban si todavía quedaban pistoleros; si siempre había gente con cuchillo”, dijo refiriéndose a la impronta del ser de Berisso en el imaginario de sus compañeros de clase. Los frigoríficos, el puerto, el mundo de trabajo, “esa Nueva York que no apagaba las luces porque tenía tres turnos de ocho horas”, contribuían a dar la imagen de un lugar en constante actividad.
Inmigración, pertenencia e identidad fueron algunos de los rasgos sobre los que habló Griselda Eustratenko para referirse a su ciudad. Docente de escuelas medias, se encuentra preparando su libro de poemas Río adentro del fuego, en el que aparecen muchos de los silencios y la relación con la naturaleza que provienen de su infancia. “Es un libro que ha crecido en mí hace tiempo”, expresó.
A pesar de residir actualmente en Munro, provincia de Buenos Aires, y vivir mucho tiempo en la provincia de Misiones, Víctor Hugo Valledor no deja de afirmar “que uno es de un lugar que se llama Berisso”. Lugar de historias vivas, de apasionamiento, en donde se formaron y se fortalecieron muy tempranamente sus ideales y su imaginación. Rodeado de inmigrantes, familias que crecían contando historias, “reales para ellos, para nosotros inventadas”.
“No hay poesía sin infancia”, dijo Ghidini expresando un sentimiento general. La memoria como usina generadora de imágenes fue el tópico al que volvieron una y otra vez los poetas. Historias de anarquistas y republicanos, tranvías reales y soñados, un río, la pesca, la calma. Pequeñas y grandes marcas que los invitados fueron recuperando con placidez.
En la hora y media que duró la charla, hubo lugar también para los autores leyeran sus poemas y hablaran de sus gustos literarios e incursiones por otras ramas de la palabra escrita. Entre los autores preferidos desfilaron desde Gabriel García Márquez hasta clásicos como Charles Dickens, Mark Twain y Emilio Salgari.
Para finalizar el mes de junio, mes dedicado a la poesía, el próximo jueves compartirán el encuentro los poetas Mario Arteca y Roberto Raschella.

Víctor Hugo Valledor, Ramón Tarruella, Héctor Ghidini y Griselda Eustratenko


Emmanuel Burgueño
FOTO: ARCHIVO MIL BOTELLAS
Nota publicada el domingo 26 de junio de 2011 en el diario Diagonales.

jueves, 16 de junio de 2011

ALBERTO VANASCO POR SERGIO OLGUÍN


Reseña publicada el El Guardían, el 26 de mayo de 2011.
(Ampliar imagen)

lunes, 13 de junio de 2011

SUSPENSIÓN DE LA CHARLA DEL JUEVES 16/06

Jueves literarios en el Malvinas
Ciclo Cuatro ficciones
a las 19.30hs.

El próximo jueves 16/06 se suspenderá la charla prevista con el cantautor Ramón Ayala. Por razones de salud, no podrá asistir.
El ciclo de charlas se retoma el jueves 23/06, a las 19.30hs., con la presencia de poetas de Berisso. La mesa contará con Griselda Eustratenko, Héctor Ghidini y Víctor Hugo Valledor.
Muchas gracias y saludos.
Editorial Mil Botellas

Juan L. Ortíz: vida y obra, una misma cosa

Por unas horas el entrerriano Juan L. Ortíz fue protagonista de los jueves literarios que la editorial Mil Botellas organiza en el Centro Cultural Islas Malvinas. A modo de semblanza de la vida del poeta, se proyectaron los documentales La intemperie sin fin (1977/1978) de Juan José Gorasurreta y La orilla que se abisma (2008) de Gustavo Fontán.
Las imágenes de Gorasurreta recobran el andar lento y la silueta espigada de Juanele rondando las orillas del río Paraná. O bien, aparece sentado en la galería de su casa con un libro entremanos, y otros tantos amontonados en rincones y estanterías. Se lo ve leyendo algún artículo acerca del norteamericano Ezra Pound; fumando tabaco en boquillas alargadas de caña de bambú, o tomando mate en momentos de ocio y contemplación, con sus gatos escoltándolo siempre. Imágenes cotidianas que son acompañadas por la voz en off del poeta, recitando de memoria algunos de sus poemas.
Es notable ver cómo arte y vida, en Juan L. Ortíz, resultan una misma cosa. Ese entorno mostrado en La intemperie sin fin cobró forma en su poética desde el primer libro El agua y la noche (1933).
Las imágenes permiten entrever aquella espiritualidad que impregna su poesía. Todas ellas transitan un paisaje de provincia, lejos de los tiempos de las grandes ciudades, en el lugar que Juanele eligió para vivir.
Como escenario central del documental se filma su casa en Paraná, provincia de Entre Ríos, donde vivió los últimos años junto a su compañera Gerarda Irazusta. Esa casa funcionó como una especie de faro tierra adentro para la generación del cincuenta y sesenta de la literatura argentina. Amigos entrañables del poeta, y jóvenes escritores como lo era en ese momento el santafesino Juan José Saer, peregrinaban hasta allí para escucharlo hablar de literatura, en señal de respeto y admiración.

OTRA MIRADA. En La orilla que se abisma (2008) , largometraje que lleva el nombre de uno de los últimos libros escritos por Ortíz en la década del setenta, por el contrario, no se aferra a un lugar preciso sino que, a la manera de un viaje, la cámara se mueve por distintos escenarios de Entre Ríos; con imágenes que muestran los ramajes a orillas del río, los canoeros que lo habitan, el sonido del agua circulando, las tonalidades opuestas que cobra un escenario de agua tras las luces y sombras del día. Un documental que pone foco el mundo natural que inspiró a Juan L. Ortíz, y sobre todo, en los enigmas del paisaje litoraleño.
El jueves 23 de junio, el ciclo Ciclo Cuatro Ficciones continúa con un encuentro de poetas de Berisso. Se espera la presencia de Griselda Eustratenko, Héctor Ghidini y Víctor Hugo Valledor desde la ciudad vecina.

Sofía Silva
Fotos de la proyección La intemperie sin fin: ARCHIVO MILBOTELLAS
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 12 de junio de 2011.

sábado, 4 de junio de 2011

LA NUEVA POESÍA PLATENSE: ENTRE EL BLOG Y LA POLÍTICA


El jueves pasado, el ciclo Cuatro ficciones reunió a tres poetas jóvenes, inaugurando el mes de junio, un mes dedicado a la poesía. Santiago Featherston, Dulce María Pallero y María Eugenia López se dedicaron más de una hora y media a retratar sus oficios como poetas, el trabajo con la palabra, haciéndose cargo siempre de formar parte de una nueva generación de poetas.
Dulce Pallero, quien tiene dos libros editados on-line, recordó que “me crié rodeada de libros y juegos asociados a la palabra, y en Trelew tuve relaciones con músicos y escritores”, ser poeta entonces fue casi el paso que quedaba desde esas amistades, vocación que asentó una vez que se mudó a La Plata. María Eugenia López, en cambio, asumió que “soy poeta porque alguien alguna vez me dijo vos sos poeta”. Para Santiago Featherston, el más joven de los tres invitados, fue vital las reuniones literarias con Pablo Odhe, amigo personal y editor de su libro Francesca (2010).
Uno de los temas que marca a las nuevas generaciones es el uso del blog. Para Dulce Pallero, el blog es un uso frecuente y lo ve como “algo lúdico subir un texto. Y permite la interacción permanente con otros lectores”. Y agregó que “el texto en el blog oscila entre lo desechable, lo publicable y algo decente”. Para Featherston, el blog también tiene un uso casi diario, no es el caso de María Eugenia López. La joven poeta, autora de tres libros, dos de ellos editados en México y Chile confesó que “el blog me angustia mucho, no se que quién lo lee. Me gusta ver quién se lleva un libro mío, saber quién es mi lector”. Empleada en una librería, López se reconoció como fetichista, "me encanta el libro como objeto”.
Dulce Pallero y María Eugenia López formaron parte de la antología Si Hamlet duda le daremos muerte (2010), un libro que reunió más de treinta poetas jóvenes. Las antologías es una manera de que los nuevos poetas se hagan conocer, aunque sea por pocos textos. “He conocido muchos poetas por antologías, y para uno es una forma de que llegues a muchos más lectores”. Si bien Santiago Featherston no formó parte de esa antología, editada por la colección “Los detectives salvajes”, comentó que estuvo presente en la presentación. “Me gustó mucho esa antología, sobre todo por la oposición al objetivismo, a cierta forma de escribir poesía”, añadió.
Julián Axat, editor de la antología citada, propuso una pregunta para María Eugenia López, sobre el evidente giro político en Arena (México, 2009), su último libro. “Espero nunca haber dejado de ser política, porque cuando uno escribe tiene algo por decir, y eso es un acto político”, respondió. Aclaró que su poesía puede ser menos explícita, pero nunca dejará de ser política. El tema fue retomado por Featherston, quien aclaró que “el acto de escribir es un acto revolucionario, contribuye más a un cambio”. En un tono parecido, Dulce Pallero coincidió con la idea de que escribir es un acto político: “escribir es una responsabilidad”. Los tres invitados marcaron una clara postura a favor de la relación entre política y poesía, una relación que buena parte de la literatura contemporánea al menos, evade. Antes de terminar el encuentro, los poetas leyeron poemas suyos, luego de repasar los autores que más leen.
El próximo jueves, el ciclo continúa con la proyección de dos documentales sobre el entrerriano Juan L. Ortíz, uno de los grandes poetas argentinos.

Ramón D. Tarruella
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 5 de junio de 2011.
FOTO: ARCHIVO MIL BOTELLAS. De izquierda a derecha: María Eugenia López, Santiago Featherston y Dulce María Pallero.