domingo, 26 de diciembre de 2010

Nota publicada en el Diario Perfil, el 26 de diciembre de 2010.

martes, 21 de diciembre de 2010

Charlas literarias - Ciclo Cuatro Ficciones 2010

DICIEMBRE| DICIEMBRE NEGRO


Sobre Cuadro de una muerte dudosa, y otras cuestiones literarias. Invitada: Vlady Kociancich. 09/12. Ver nota.
Presentación de la novela Calibre.45 de Martín Malharro. Título de la editorial Mil Botellas. Invitados: Martín Malharro, Ricardo Ragendorfer y editores. 02/12. Ver nota.


NOVIEMBRE | VARIETÉ LITERARIO (presentaciones de libros y aniversarios)


Presentación de Canciones argentinas. 1910-2010, de Sergio Pujol. Invitados: Sergio Pujol, Gustavo Varela y Martín Graziano. 25/11. Ver nota.
Festejos. Los 50 títulos de la editorial de poesía El Surí Porfiado. Invitados: Carlos Aldazábal, Mario Goloboff y Dolores Espeja. 18/11. Ver nota.
Cumpleaños número 3 de la editorial Mil Botellas. 11/11. Ver nota.
Presentación de Si Hamlet duda le daremos muerte (antología de jóvenes poetas). Libros de la talita dorada, colección "Los Detectives Salvajes". Invitados: Julián Axat y Emiliano Bustos. 04/11. Ver nota.


OCTUBRE | LOS MUCHOS QUE ESCRIBEN (charlas con escritores/as)

Luis Gusmán. 14/10. Ver nota.
Hugo Mujica. 07/10. Ver nota.


SEPTIEMBRE | LITERATURA Y OTRAS YERBAS

Tango y poesía. Invitado: Héctor Negro. 30/09. Ver nota.
Literatura infantil. Invitado: Iris Rivera. 23/09. Ver nota.
La literatura, el fútbol y nosotros. Invitado: Rodolfo Braceli. 9/09. Ver nota.
Más Poesía, Menos Policía. Lectura de poemas, proyecciones y música en vivo.02/09. Ver nota.


AGOSTO | GENIO Y FIGURA DE...
(cine documental sobre escritores)

Juan Carlos Onetti. "Onetti: retrato de un escritor". Director y guionista: Juan José Mugni. 19/08. Ver nota.
Rodolfo Walsh. "Operación Walsh" (2000). Director y guionista: Gustavo Gordillo. Invitado: Gustavo Gordillo.12/08. Ver nota.
Juan José Saer. "Retrato de Juan José Saer"(1996). Director y guionista: Rafael Filippelli. Invitado: Rafael Filippelli. 5/08. Ver nota.


JULIO | CRÍTICA Y FICCIÓN

Liliana Heker.15/07. Ver nota.
María Rosa Lojo. 08/07. Ver nota.

JUNIO | RONDA DE POESIA

Poesía desde La Plata. Invitados: Carlos Aprea, Patricia Coto, Virginia Fuente y Miguel D´Elía. 24/06. Ver nota.
Poesía y política. Invitados: Alberto Szpunberg y Vicente Muleiro.17/06. Ver nota.
Cinco décadas de poesía. Invitada: Juana Bignozzi. 10/06. Ver nota.

MAYO | EL BICENTENARIO

Homenaje a Almafuerte. Invitados: Fernando Alfón y Daniel Menafra. 03/05. Ver nota.
Las nuevas voces de la narrativa argentina. Invitados: Ariel Magnus y Daniel Krupa. 20/05. Más info...
Latinoamérica en el siglo XXI. Invitado: Atilio Borón. 27/05. Ver nota.

ABRIL | MESA DE NOVEDADES (presentación de libros)

Presentación de Allá, arriba, la ciudad de Ramón D. Tarruella. Invitados: Tununa Mercado y Ramón Tarruella. 29/04. Ver nota.
Presentación de Lejos de la costa de Osvaldo Ballina. Invitados: Osvaldo Ballina, Raúl Ordenavía y Alejandro Fontenla. 22/04. Ver nota.
Presentación de El romance del Aniceto y otros cuentos de Zuhair Jury. Título de la editorial Mil Botellas. Invitados: Zuhair Jury y editores. Música a cargo de Luciana Jury. 15/04. Ver nota.

MARZO | MANO A MANO

Fernando Noy. 25/03. Ver nota.
Noé Jitrik. 18/03. Ver nota.
Guillermo Martínez. 11/03. Ver nota.
Alicia Dujovne Ortíz. 04/03. Ver nota.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Entre tanto brindis

Entre tanto brindis, nada mejor para estas fiestas que un libro de Mil Botellas.
Siete títulos disponibles, ideales para un regalo original.


Muy buen fin de año y felices fiestas,

les desea, Mil Botellas editorial.


Puntos de venta en La Plata

“Beppo”. Calle 6 e/ 54 y 55 - “City Bell libros”. Calle Cantilo Esq. 4. City Bell - “Don Cipriano”. Calle 49 e/4 y 5 - “Giroloco”. Calle 7 y Pza. Italia - "Estant". Calle 7 Nº 815/21 e/ 48 y 49 - “Lenzi”. Diag 77 N°521 e/ 6 y Pza. Italia - "La Libroteca". Calle 3 Nº1415 e/ 61 y 62 - “Vonnegut”. Diag. 74 N°105 e/ 5 y 43.


Contacto

mil_botellas@yahoo.com.ar

http://milbotellas.blogspot.com

sábado, 18 de diciembre de 2010

Reseña publicada en la Revista Ñ, el 18 de diciembre de 2010.

lunes, 13 de diciembre de 2010

"Escribir es casi como un trabajo actoral"


El ciclo Cuatro Ficciones cerró el año 2010 con un encuentro de lujo, inolvidable. La trayectoria de la invitada del pasado jueves, Vlady Kociancich, ya ameritaba interés. Y se le sumó las ganas con que la escritora habló de sus obras como también del oficio de escritor, de sus recuerdos con Jorge Luis Borges y Bioy Casares e Isidoro Blaisten, entre otros escritores. Una charla que hizo honor a un ciclo que atravesó todo el año, siempre con la literatura como tema.
La charla comenzó hablando sobre la última novela de Vlady Kociancich, Cuadro de una muerte dudosa. “El género policial es una tentación para todo escritor y por eso ya en libros anteriores venía abordando el género”, comentó Kociancich. Reconoció que se trata de una novela que rompe ciertos esquemas del género, como por ejemplo, que la novela se inicia con un suicidio del que todos dudan si acaso se trató de un crimen. Y el que menos duda del asesinato es el que lleva adelante la investigación, Juan Turner, juez de paz del pueblo bonaerense de Las Rosas. Sobre el género reiteró elogios a su favorita, la novelista P. D. James. Sin embargo, su protector y maestro es el escritor Joseph Conrad.
Al reconstruir sus inicios como escritora recordó una anécdota propia de la ficción. “Mi primer cuento lo mandé a la revista Billiken, se llamaba “Mi zapatito azul” y era un cuento muy malo. Fue mi primer rechazo literario. Con mucho respeto me dijeron que no lo iban a publicar. Años después, me enteré que esa carta la escribió mi amigo Isidoro Blaisten, que trabajaba en la revista respondiendo las cartas de lectores” contó la autora de Cuando leas esta carta.
Kociancich comenzó publicando un libro de cuentos, Coraje, de 1971, aunque su consagración llegó con su primera novela, La octava maravilla, de 1982. “Esa novela comenzó como un cuento y terminó en novela. El cuento es como una iluminación, parecido a un poema. Con la novela uno convive. Yo creo que la escritura es como trabajo actoral, yo voy mutando de personalidad según mis historias”, explicó.
Antes del cierre, la charla dedicó un largo tiempo a su trabajo con Jorge Luis Borges. “Lo más importante fue la biblioteca, además de sus charlas. Lo conocí a los 18 años, en la carrera de Letras. Apenas nos conocimos, él me propuso estudiar inglés antiguo”, contó la autora, en una anécdota que abrió lugar a otros tantos recuerdos. “La biblioteca de Borges era chica, tenía lo que leía siempre, no mucho más. Incluso, cuando le regalaron la Enciclopedia Británica tuvo que achicar la biblioteca porque no entraba en su departamento”. Y la comparó con la biblioteca de Bioy Casares: “Era inmensa. Tenía ambientes enteros de libros”. Y para cerrar el capítulo Borges, citó una frase que solía repetir el autor de El Aleph: “El único orgullo que tenía era su ética”.
Vlady Kociancich se despidió con un consejo para escritores: “escribir un diario, reflexiones, algo personal, que permite “aflojar la mano”, a modo de ejercicio. Y escribir a mano”. Con su presencia, se cerró el ciclo Cuatro Ficciones del año 2010, organizado por la Editorial Mil Botellas. El ciclo retomará en marzo del 2011, donde cada jueves la literatura será la protagonista.

Ramón D. Tarruella
Foto: ARCHIVO MIL BOTELLAS
Nota publicada el domingo 12 de diciembre de 2010 en el diario Diagonales

domingo, 5 de diciembre de 2010

Nota publicada en el diario Diagonales, el 5 de diciembre de 2010.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Canciones para el gusto de la gente


El motivo del encuentro pasado, en los ya clásicos jueves literarios que organiza la editorial Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas, fue la presentación del libro Canciones argentinas 1910–2010 (Planeta, 2010). Sergio Pujol, historiador y ensayista especializado en más de un género de música popular, se encargó de tamaña labor.
Una recopilación que reúne un siglo de canciones argentinas, sumado al requisito de que resulten icónicas en el ajetreo de las generaciones. Desde ya que no es tarea fácil, más aún cuando el espíritu y la esencia nacional acechan, o los límites en la cantidad de páginas para cada ensayo frenan el entusiasmo al hablar sobre una canción elegida.
O incluso, saber que más de un mito o acontecimiento fundante para cada género musical, puede quedar afuera por el escollo del “todo”.
Sin embargo, pese a tantos retos, Martín Graziano y Gustavo Varela, dos de los presentadores que acompañaron en la mesa al autor, coincidieron en que la selección les había resultado además de reveladora, fundamental.
Apropósito de aprobaciones y opiniones, el escritor y filósofo Gustavo Valera, compartió una anécdota sobre su amigo Iván, el verdulero que recibió en un sobre a su nombre, el libro de Pujol. El verdulero luego de leer buena parte del libro, aconsejó: “decile al autor que a este libro le falta chamamé”, convirtiéndose en uno de los primeros lectores en discutir la larga serie de canciones que comprende el ejemplar, ordenadas por intervalos de tiempo y a través de los soportes tecnológicos que les dieron expansión masiva.
De la vitrola y la radio, a los video clips y la pantalla plana, pasando por el Wincofón, el long play y el álbum, “del tango orillero a Lisandro Aristimuño”, según Martín Graziano, escritor y periodista. A su vez, Graziano agregó que “es el libro que siempre estuvimos esperando”.
Sergio Pujol contó a continuación los propósitos que tomó como punto de partida para afrontar la selección y escritura de la obra. “A pesar de la apariencia de texto académico, no me plegué a las etapas metódicas que sí necesita un estudio de investigación”, refirió el autor. “Me basé más en el género ensayo y en cuidar un tono de escritura que apareció recién avanzado el libro y que una vez emprendida la corrección pude unificar”. Otro punto que consideró fue el de ir al compás de la historia. Se propuso realizar un esfuerzo de lo que significa el peso mismo de un tema en el imaginario colectivo, más allá del afecto y gusto propio a la hora de elegir. Y sumó también la intención de liberar a los autores y compositores populares “de los entre paréntesis con que sus nombres figuran bajo los títulos de las canciones”, recobrar su valor protagónico, “eclipsado por el estrellato de los cánones”, dijo Pujol.
A la pregunta desde la mesa sobre aquello que quedó fuera, respondió: “debo reconocer que he sido bastante injusto con las provincias cuyanas, no hay tonadas, y también como dijo el amigo de mi amigo, con el chamamé”, confesó Pujol. Y una cuestión más que notó como dificultad fue “hallar otra cosa que no sea rock a partir de los años ´70, sinceramente no encontré nada, tal vez, hubiese reunido un tema de Horacio Guaraní pero opté por no incluirlo. Con todo respeto, al lado de Falú–Dávalos, Yupanqui o los hermanos Simón, no es un referente importante”.
El próximo jueves, el ciclo de encuentros continúa con la presentación de la novela policial Calibre .45 del escritor y periodista Martín Malharro, un título que se suma al catálogo de la editorial Mil Botellas. El autor será acompañado en el estreno de la novela por el periodista Ricardo Ragendorfer, como siempre, a las 19. 30hs. y en el auditorio del Centro Cultural Islas Malvinas.

Sofía Silva
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 28 de noviembre de 2010.

viernes, 26 de noviembre de 2010

NOVEDAD EDITORIAL


Calibre .45 de Martín Malharro
Con prólogo de Ricardo Ragendorfer

domingo, 21 de noviembre de 2010

Lejos del canon y las metrópolis

Mario Goloboff y Carlos Aldazábal

Que una editorial de poesía haya llegado a los cincuenta títulos es motivo suficiente para festejar. Y más aún, tratándose de una propuesta como la de Surí Porfiado, la editorial que dirige Carlos Aldazabal desde noviembre del 2007. Con ese motivo, el jueves pasado en el Ciclo Cuatro Ficciones se presentaron Aldazábal junto a los poetas Mario Goloboff y Dolores Espeja, ambos editados por la editorial.
La editorial comenzó en noviembre del 2007, como resultado de charlas y proyectos de poetas del interior del país, con la una inquietud en común: darle voz a la cantidad de poetas que circulan por las provincias del país. “Ese inicio surge en oposición al trío que forman Buenos Aires-Bahía Blanca-Rosario. Donde parece concentrarse la poesía y los poetas”, explicó Carlos Aldazábal, quien ya tiene tres libros editados en la editorial que dirige. El último se llama El banco está cerrado (2010).
En sintonía con la propuesta de Aldazábal, Mario Goloboff, narrador y docente universitario, quien llegó hace muy poco de la Feria de Frankfurt, aseguró que el catálogo del Surí “va en contra del canon de logias y grupos que se forman y se formaron siempre en la literatura argentina”. Goloboff publicó por el Surí el libro El ciervo. El catálogo es una búsqueda constante de poetas que no son tenidos en cuenta por “las falsas antologías nacionales ni por los poetas que pertenecen a ese circuito”, agregó Aldazábal. Y es así que incluyen voces de Neuquén, Chubut, Salta, Mendoza, Jujuy.
A partir de una pregunta del público, la charla se derivó en una larga discusión sobre las condiciones de un texto clásico. Según Mario Goloboff, para que un texto se vuelva clásico “surgen una serie de factores que tiene que ver con el momento histórico de realización del texto, del mercado, de los intelectuales que rescatan ese texto”. Y para reforzar su idea, ofreció una breve historia de Martín Fierro y de su autor José Hernández. Para Carlos Aldazábal, el clásico tiene que ver con “una situación de recepción (lector) más que de producción (autor). Ese texto toca lugares, ciertas fibras en los lectores que otros textos no llegan”.
Para cerrar el evento, Carlos Aldazábal leyó varios poemas suyos inéditos, mientras que Mario Goloboff eligió los poemas cortos de su libro El ciervo. A la lectura se le sumó Dolores Espeja, poeta tucumana, de su libro Paradas estrategias, chicas y gomerías, editado también por el Surí Porfiado.
Confiado en que volverá a la ciudad de La Plata cuando cumplan sus cien títulos, Aldazábal comentó algunos de los próximos autores a editar. Entre ellos, Luis Luchi, poeta fallecido hace unos años en España. El ciclo, organizado por la Editorial Mil Botellas, continuará el jueves próximo con la presentación del libro Canciones argentinas. 1910-2010, de Sergio Pujol. En el evento estarán el mismo autor del libro, junto a los periodistas Martín Graziano y Gustavo Varela.
Ramón D. Tarruella
FOTO: Archivo Mil Botellas.
Nota publicada el domingo 21 de noviembre de 2010 en el diario Diagonales.

lunes, 15 de noviembre de 2010

LOS MIL BRINDIS DE LA EDITORIAL MIL BOTELLAS




La editorial Mil Botellas festejó su cumpleaños número tres en el Centro Cultural Islas Malvinas, el jueves pasado. La proyección de un video resumió la corta aunque intensa trayectoria que llevan desde que pusieron en marcha el proyecto con su primera publicación, Nueve Ficciones para una fundación, justamente el 11 de noviembre de 2007. La proyección reunió fotografías de su recorrido por ferias de libros del interior de la provincia y el país, con la más osada intención de hacer correr la voz de un catálago que por su rareza es ante todo, una apuesta. Se proyectaron también, imágenes de las celebraciones de sus seis libros, de su participación en un programa radial de FM Provincia, y otras cuantas del espacio de charlas literarias que han consolidado en la ciudad. Por allí han pasado escritores, poetas, músicos, cineastas, periodistas e intelectuales en algo más de dos años.
El catálogo de Mil Botellas se formó a partir de una combinación de escritores que no tienen oportunidad de publicar en las grandes editoriales, con el rescate de autores olvidados de la literatura. A partir de su política de reediciones han vuelto a las librerías autores injustamente dejados a un lado, privilegiando siempre en la búsqueda, la diversidad estética y calidad de la obra.
Siguiendo estos dos rumbos de edición publicaron durante el 2008, los Cuentos Breves de Rafael Barrett y la novela Balbuceos (en noviembre) de Ramón D. Tarruella, integrante de la editorial. En abril del 2009, un clásico, Alias Gardelito- Kid Ñandubay de Bernardo Kordon y el libro de cuentos Contra la corriente de Juan Bautista Duizeide. Y el último título que han sacado a la calle, fue el libro de cuentos El Romance del Aniceto del escritor y guionista Zuhair Jury que reúne dos obras del autor llevadas al cine por su hermano, el director Leonardo Favio.
El festejo merecido también permitió el anuncio de una nueva botella que esperan para los primeros días de diciembre. Esta vez, se animaron a un género algo recóndito y no siempre estimado en nuestro país, el policial negro. La obra de autoría del escritor y periodista Martín Malharro llevará el título de Calibre. 45. Una obra inédita que se suma al catálogo.
Acompañaron la celebración, Sergio Manuel con un monólogo de humor y el Trío Metejón integrado por Agostina Pagella, Pablo Tieri y Joaquín Galeliano. La apertura y cierre del evento fue con un original repertorio de tangos preparado por el grupo. No faltó, por supuesto, el brindis de honor del final escoltando cada encuentro.
El próximo jueves 18, continúa el ciclo de charlas literarias con Los 50 títulos de la editorial de poesía El Surí Porfiado, como invitados se presentarán Carlos Aldazábal (director de la editorial) junto a algunos de los poetas del catálogo. El encuentro tendrá lugar en el auditorio del Centro Cultural Islas Malvinas. a las 19.30hs, con entrada libre y gratuita.
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 14 de noviembre de 2010.

domingo, 7 de noviembre de 2010

NUEVAS VOCES PARA UNA JUSTICIA POÉTICA

El estreno de la antología de poetas Si Hamlet duda le daremos muerte, tuvo lugar el pasado jueves en el Centro Cultural Islas Malvinas, en el marco del ciclo Cuatro Ficciones que organiza la editorial Mil Botellas. Este libro que se suma a la Colección “Los Detectives Salvajes” dirigida por Julián Axat y Juan Aiub, reúne nada menos que a cincuenta y dos poetas de las últimas décadas. “Son los poetas del 2000, que ya no hacen poesía de salón, ni llevan la petaca de Henry Miller en el bolsillo, ni leen a Bukowski una y otra vez”, explicó Axat para luego arriesgar: “no es poesía de los noventa lo que hay en este libro”.
Si Hamlet duda le daremos muerte partió de la idea de reunir a autores que contemplan con distancia el lugar privilegiado que tuvieron, durante los noventa, maestros o más bien padres de la poesía, como Juan Gelman, Néstor Perlongher y Joaquín Giannuzzi. Con la intención de definir el motivo de la antología y el perfil de sus autores, Julián Axat argumentó que “son voces que están emergiendo. La antología es para mí, un acto de justicia poética que lleva a pensar también en un acto político”.
Emiliano Bustos, poeta antologado y otro de los presentadores del libro, reflexionó acerca de las tendencias que poblaron las producciones poéticas de los años noventa. “La década tuvo como uno de sus baluartes la ortodoxia del objetivismo”, definió Bustos en referencia a las historias mínimas hechas de frases directas y descripciones fieles a la realidad, tan semejantes a las que puede hacer un etnógrafo extrañado de un mundo tan diferente al suyo. Bustos opinó al respecto, también pensando en el cine de los noventa, “las historias mínimas me importan tanto como las historias grandes. Y lo que les da dimensión, a mi entender, es la cuestión política. No hace falta que las historias pongan el foco en el detalle para que sean buenas”.
La conversación sobre este asunto además del objetivismo de Giannuzzi, también abarcó el estilo literario neobarroco que toma como modelo al poeta y escritor Néstor Perlongher y la poesía social, tan hábilmente trabajada por uno de los pocos poetas políticos argentinos: Juan Gelman. “Tres vertientes que fueron reescritas de modo incansable en los años noventa”, concluyó Julián Axat.
De aquí, el título sugerente y el dilema que cruza las páginas de esta antología, ¿es posible marcar un nuevo rumbo en la poesía, matando (simbólicamente) a sus padres?, ¿cuántos actos de la obra le llevó a Hamlet tomar la decisión de matar a su padre? ¿Cómo surge una nueva voz ante tantas ataduras?
Para los hacedores de este libro, el título Si Hamlet duda le daremos muerte es aquella frase callada literalmente en voz de los personajes de la tragedia shakespeariana. Una frase implícita que nutre la obra, un dilema ético que mantiene en vilo tanto al personaje principal como al resto. Y siguiendo esta idea, con la meta de pensar un rumbo nuevo sin alabanzas paternales, “nos dimos el gusto de traer, gracias a la escultura que hizo un amigo, una guitollina”, dijo Axat señalando hacia un extremo del auditorio, “para que pasen uno a uno estos padres maravillosos”. “Una insolencia que nos permite este espacio y sobre todo, la ciudad de La Plata”, agregó Bustos, quien es hijo del poeta desaparecido Miguel Ángel Bustos.
Otro elemento común que detalló su codirector, otro hilo de antología, fue “la herida de la derrota que deja el neoliberalismo”. “La mayoría de los poetas seleccionados hablan de esa vulnerabilidad, y ese vacío del lenguaje, en que nacieron y crecieron”, explicó Axat.
Como cierre de la presentación, muchos de los poemas del libro transitaron en voz de sus autores: Andrés Szychowski, Pablo Odhe, Demetrio Iramain, Joaquín Piechocki, Verónica Sanchez Viamonte, Fernando Alfón, Fernando Manzini, Inés Aprea, María Eugenia López fueron algunos de los que subieron al escenario a compartir sus versos y los de otros autores de la antología, frente a un público que colmó el auditorio.
El próximo jueves, a las 19.30hs., la editorial Mil Botellas, que organiza este ciclo de charlas, festejará su cumpleaños número tres. En el encuentro se presentará el trío de tango Metejón y el actor Sergio Manuel con un monólogo de humor, además del brindis compartido.
Sofía Silva


Foto: Delfina Magnoni

Nota publicada en el suplemento Plaza de Ideas del diario Diagonales, el sábado 6 de noviembre de 2010.

lunes, 18 de octubre de 2010

Luis Gusmán: entre el dilema ético y la literatura

Luis Gusmán en la charla del jueves
El escritor y psicoanalista Luis Gusmán estuvo el jueves en la ya clásica entrevista pública que organiza la editorial Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas. Con gran entusiasmo, Gusmán hizo un recorrido minucioso por su obra, desde El frasquito (1973), pasando por Villa (1996) hasta su autobiografía, Los muertos no mienten (2009) que tuvo como materia prima el mundo de su madre espiritista. Contó anécdotas y sobre todo, coincidencias, con las que aún convive y que para el autor fueron y son el punto de partida de buena parte de su obra.
De su libro iniciático y más polémico, El frasquito, dijo que “lo escribí como pude, allí no hubo corrección” y agregó, “es para mí una especie de rezo, mejor diría un mito o un libro inspirado”. Sin embargo, se trató de una obra de vanguardia y experimental muy leída en su momento, antes de figurar en la lista de libros prohibidos por el gobierno militar.
Sobre Villa, una narración sobre la violencia en los años previos al golpe de Estado de 1976, explicó que “fue un encuentro, un quiebre, una ruptura, porque me decidí a escribir desde un personaje más que darle importancia primordial al trabajo con el lenguaje”.
Gusmán se animó también, a la autocrítica. “Mis dos novelas fallidas son El corazón de junio (1983) y La música de Frankie (1993)”, sentenció, pese a que la primera fue premiada con el Premio Boris Vian. Para Luis Gusmán, en general, la literatura contemporánea ha dejado de plantear ciertos problemas éticos: “las nuevas producciones fueron tomadas por el procedimiento, por la técnica”. Un cuestionamiento que atraviesa buena parte de sus obras. Y siguiendo con este conflicto, compartió con el público más preguntas, “¿Por qué, por ejemplo, no se escribe una obra sobre la venganza personal a los militares?, ¿por qué no la hay todavía?”.
A partir de las lecturas que le permitieron ir tomando otros rumbos, sus métodos de trabajo han cambiado a la hora de sentarse a escribir. “Antes yo escribía sin saber bien a dónde iba en la trama, ya no puedo”, expresó Gusmán en relación a su oficio. Ante el dilema de hallar valores en sus historias, una posible solución para el escritor es “escribir una tragedia. Situar al personaje frente a un conflicto donde deba tomar decisiones”.
Contó de su novela El peletero (2007) que surgió por un cartel con el que se topó a la vuelta de su consultorio, “Su antigua piel tiene valor. Refórmela y cámbiela por otra". "Como si fuera tan fácil me dije”. Y trajo a la charla el problema de un hombre despojado de su oficio de peletero, “desafectado” en sus palabras, fuera del mundo pero a fin de cuentas, en el trajín de la existencia.
Hacia el final, recomendó volver a leer a los grandes, a Franz Kafka, Vladimir Nabokov, Samuel Beckett, Jorge Luis Borges, “ellos inventaron un registro nuevo, algo que no estaba hasta el momento en la literatura”. Y en Borges se detuvo, sumando anécdotas y admirando su ingenio, “era una máquina”. Luego agregó, “yo tuve la suerte de haber conversado y estado frente a Borges, y lo recuerdo como una de las mejores cosas que me pasó en la vida”. El cierre fue con humor, una seguidilla de frases borgeanas provocó sonrisas al auditorio. Por ejemplo cuando le preguntaron, “¿usted quiere servirse vino blanco o tinto, maestro?”, y Borges respondió, “me da lo mismo, soy ciego”.
El mes de octubre titulado "Los muchos que escriben", continúa el jueves 28 con la presencia de los narradores, Luisa Valenzuela y el escritor platense Leopoldo Brizuela a las 19.30hs.

Sofía Silva
Foto: Delfina Magnoni.
Nota publicada el 18 de octubre de 2010 en el diario Diagonales.

domingo, 10 de octubre de 2010

"Me alucina el acto creador". "Escribir es descubrir algo mío".


El jueves pasado en el Centro Cultural Islas Malvinas, Hugo Mujica fue capaz de cautivar, desde el silencio y la reflexión, a un público que llenó el auditorio.
El narrador y poeta se dispuso a contar anécdotas formativas de su familia, así como las raíces filosóficas para escribir ese momento supremo que es la creación.
La familia de Hugo Mújica era anarquista y por eso desde chico le infundieron la necesidad de leer. Sin embargo, por una situación azarosa encontró la lectura. “Mi mamá me mandó a jugar básquet al club de Independiente para que yo creciera de tamaño. Pero no me gustaba el básquet. Así que descubrí la biblioteca y me la pasaba leyendo. No crecí demasiado, pero descubrí la lectura”, recordó Mujica. Como buena parte de la vida de Mujica, tomó decisiones sin trazados previos. A los 19 años viajó a New York, donde participó de la intensidad de los años sesenta, donde compartió momentos con Andy Warhol, Dustin Hoffman, Allen Ginsberg. Y tiempo después, se sumó a la Orden Trapense, lugar en que estuvo siete años sumido en el silencio.
Su experiencia en la Orden también tuvo otro descubrimiento, algo que lo marcó para el resto de su vida. Y fue la escritura. “El silencio es una palabra mal usada. Yo fui a buscar el silencio. Por eso, mi paso por la Orden no es soledad, es apartamiento. Fue someterme a una desnudez”, explicó Mujica, en otra de las pausas que sabía encontrar antes de cada respuesta, buscando la palabra precisa. En la Orden, luego de un tiempo, encontró la escritura. “Yo tomaba nota de lo que me sucedía en la Orden. Hasta que en una salida de sol, describí esa imagen. Así nació un poema, nacía mi escritura”, confesó. Ese nacimiento indicó un lugar desde el que Mujica piensa, vive, y sobre todo, crea. “Me alucina el acto creador, eso es lo que me interesa. Escribir es descubrir algo mío. Crear es más sabio que saber. El crear es un continuar naciendo”, agregó, en uno de los tantos momentos de reflexión que supo coronar. El público siguió atento esos momentos, como un auténtico hallazgo en cada palabra.
Hugo Mujica estudió Teología, Bellas Artes y Filosofía. Por eso además de la poesía y los libros de cuentos, su obra incluye varios libros de ensayos, donde se dedicó a la obra de Georg Trakl y Heidegger, entre otros. “Se que algún día va explotar y voy escribir sobre Hölderlin y Clarice Lispector”, prometió. Aunque él mismo se asumió como poeta más que narrador. "La poesía es 90 % inspiración y 10 % sudor. La idea es no intrometerse en esa inspiración”.
El encuentro terminó con la lectura de sus poemas, para luego firmar ejemplares a buena parte del público. El ciclo continuará el jueves próximo con la visita del narrador Luis Gusmán, autor de Villa y El frasquito, entre otras obras.

Ramón D. Tarruella
Foto: Mil Botellas
Nota publicada el domingo 10 de octubre de 2010 en el diario Diagonales.

lunes, 4 de octubre de 2010

"No puedo evitar seguir escribiendo"

Héctor Negro
Héctor Negro cerró el mes de septiembre en el ciclo organizado por la Editorial Mil Botellas. Al cabo de una hora y media, su voz aguardentosa evocó a figuras como Carlos Gardel, Juan Gelman y Celedonio Flores, además de recitar glosas y referirse al arte de combinar las letras con la música.
Hincha de Independiente y criado en el barrio porteño de Colegiales, Negro recordó como “el tango llegó a mí y me fue envolviendo a través de unos tíos que tocaban el bandoneón en la casa chorizo de mi infancia”. En el recuerdo se coló un inquilino que “pasaba los discos de Gardel en la vitrola”, alguien a quien el miembro de la Academia del Tango le reconoció “una capacidad melódica admirable”.
Al hablar de sus inicios, cuando decidió ponerle versos a los cantos de murga de su barriada, nombró a Celedonio Flores como “el poeta que más lo marcó” y a Juan Gelman como “el que me hizo engrupir que era poeta”. Junto a Gelman, en los años cincuenta, formaron parte del Grupo de Poesía “El Pan Duro”, cuyo fin era llevar la poesía a lugares como sociedades de fomento, teatros o conventillos.
De sus primeros escritos surgió el libro Bandoneón de papel, editado en 1957. En 1964, “El Pan Duro” se disolvió y Negro se dedicó de lleno a escribir canciones, formando dupla primero con Osvaldo Avena. Ellos dos compusieron “Esta ciudad”, que ganaría en 1967, el Festival de la Canción de Buenos Aires. “Después invitamos a cenar a la barra que gritó por nosotros, pero como no habíamos cobrado el premio no teníamos plata para pagar”, rememoró y reveló que fue Tania, la viuda de Discépolo la que los sacó del apuro.
Ese mismo año, Pugliese se fijaría en “Bien de abajo”, una letra que grabó con su orquesta justamente por tener “la misma fuerza de Discépolo pero optimista”. También en 1967, Mercedes Sosa grabaría la milonga “Para cantarle a mi gente”. “La milonga es la verdadera balada argentina”, agregó Negro.
Sobre la labor compositiva, Negro definió: “Una buena letra y una buena melodía para hacer una buena canción tienen que ser como el guante y la mano; calzar perfecto” Y consideró que “a diferencia de la poesía en el tango no se puede releer” de ahí la importancia de una buena interpretación.
Como broche final, el autor de “Viejo Tortoni” leyó los versos de un poema perteneciente a su libro reciente Cantaría hasta el fin. “Una de las cosas que no puedo evitar es seguir escribiendo”, remarcó antes de agradecer al público presente “el silencio respetuoso que a veces habla más que los aplausos”.
El ciclo Cuatro Ficciones continuará el próximo jueves, dando inicio a octubre, mes que tendrá como nombre Los muchos que escriben, donde los invitados serán todos escritores. El primer encuentro contará con la presencia del poeta y narrador Hugo Mujica.


Mauro Basiuk.
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el Diario Diagonales, el lunes 4 de octubre de 2010.

lunes, 27 de septiembre de 2010

UNA LECTURA MADURA A BASE DE CEBOLLAS

Iris Rivera en la charla del jueves
La escritora Iris Rivera participó del ciclo literario organizado por la editorial Mil Botellas, para hablar de algo que pocas veces se habló: la literatura infantil. Sin embargo, ella misma se encargó de aclarar algunos conceptos. “Yo escribo para personas que están creciendo”, dijo, decidida a borrar por completo el adjetivo “infantil” o “juvenil” que sigue generalmente y hace pensar en la producción de una literatura menor o infantilizante. “Creo en la literatura a favor del crecimiento y al sacarle el adjetivo, se está apostando también a que algo crece. No a un mundo de ilusión, a un mundo de hadas donde todo se soluciona con la magia”, explicó la escritora.
Desde el público se preguntó sobre su libro Haiku (Calibroscopio Ediciones, 2009) que publicó junto a la ilustradora María Wernicke. Haiku partió de lo que ella llama “textos de cajón”, y a modo de homenaje a una maestra que le permitió conocer este tipo de composición poética de 17 sílabas. Aunque el libro carezca de haikus precisamente y Haiku sólo sea el nombre del perro protagonista. “Surgió de esos textos genuinos que ninguna editorial te fuerza a escribir”, y continuó, “fue un trabajo de a dos, a litros de café y mate de por medio, de manera que la historia se narró en dos lenguajes simultáneos: el de la plástica y el de la literatura”. “Ella bocetaba y yo tocaba el texto en función de las imágenes”, contó Rivera, “porque cuando la imagen habla no hace falta que la palabra insista sobre lo dicho, y viceversa”.
Se asumió admiradora de la literatura que surgió a partir de los años ochenta y que tomó como antecedente a María Elena Walsh, en donde la propuesta es un diálogo con el lector, de igual a igual, más que la transmisión de un mensaje o un consejo. “En los setenta, llegó todo una literatura entre comillas, de mensaje, y que sólo enseñaba por ejemplo, a lavarse los dientes”. A continuación, punteó una serie de nombres como el de Graciela Montes, Gustavo Roldán, Laura Devetach y Ema Wolf, ubicándolos como maestros que hicieron escuela en la literatura argentina.
Para Iris Rivera, una historia tiene tantas lecturas como capas tiene una cebolla. “Uno puede ahondar en la lectura hasta donde le permitan sus experiencias de vida, hasta la capa que puede, porque en un buen cuento hay mucho que no se dice y mucho por descubrir”. Y comparó, “la lectura no es como la papa que tiene una sola capa y se brota desde la cáscara”, y continuó, “al Lector Cebolla un cuento cebolla le permite que brote una lectura desde el corazón, y a la vez, le permite descubrir sus propias capas”.
En relación al oficio, Iris Rivera ilustró con maestría cómo escribe, a partir de la escritura de su cuento “La nena de las estampitas”. Para ella, la mayoría de las veces es necesaria una imagen como punto de partida, luego una historia posible para esa imagen y como agregado, una picardía que altere dicha historia. “Una malicia”, confesó. Otro detalle, ella escribe mientras plancha o lava para matar el aburrimiento, “el lavadero es el mejor lugar de creación para mí”, expresó entre risas. Además, “en los cuadernos que no le mostraba a la maestra, en esos escribía”, y hacia el final de la charla concluyó: “muchas de las preguntas de ese cuaderno aún me ayudan a escribir historias”.
Por último expresó su descontento con los docentes o maestros que ya no leen, pese a que la transmisión de la lectura a los chicos en sus primeros años es esencial. Y trajo a la mesa la polémica que el periodista y escritor Guillermo Saccomanno propuso al respecto meses atrás en un artículo de Página/12. “Alguien que quiere acercar a los chicos a los libros, en primer lugar, conviene que busque y lea los más escondidos, que generalmente son los mejores”, aconsejó.
El próximo jueves, a las 19. 30hs. los jueves literarios continúan con el poeta y letrista Héctor Negro en una charla dedicada al tango y la poesía.

Sofía Silva

Foto: Delfina Magnoni

Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 26 de septiembre de 2010.

lunes, 13 de septiembre de 2010

EL FÚTBOL Y LA PATRIA

Rodolfo Braceli después de la charla

El fútbol nos permite ver como somos los argentinos”, sentenció Rodolfo Braceli, apenas iniciado el encuentro del jueves pasado. Y de alguna manera, la charla giró en torno a esa idea. Una idea a la que el autor de Perfume de gol le aportó el relato de algunos de sus cuentos como también comentarios y anécdotas sobre el deporte más popular del país.
“El fútbol es mucho más que la patria misma”, sentenció Rodolfo Braceli, como para comenzar un encuentro sin titubeos. Y al rato de la exposición de esas frases contundentes, leyó “Dice la esposa emputecidas”, cuento incluido en su último libro. Algunos de sus cuentos fueron prologados por breves audios de personajes célebres. Por ejemplo, Antonio Cafiero, confesando que faltó al nacimiento de uno de sus hijos por ir a ver un partido de Boca. O un diálogo entre Víctor Hugo Morales y un imaginario José Luis Cabezas, en donde el fotógrafo asesinado le pide que relaté para él el gol de Maradona a los ingleses. Y Victor Hugo cumple con el pedido.
A la hora de repasar algunos de sus tantos libros, comentó la particular forma de elegir los cuentos de Perfume de gol. “Tengo un perro que se llama Manyín, y siempre que me ve escribiendo entra a la habitación para apoyarse sobre el papel en el que trabajo. Entonces, dejé tirado en el suelo la primera hoja de cada uno de los cuentos, y dejé que él los eligiera. Los que iba pisando, esos fueron quedando en el libro. Él fue el responsable de la selección”, contó el periodista, escritor y poeta mendocino.
Su rol de periodista se notó en varios fragmentos de la charla sobre todo cuando contaba los orígenes de alguno de sus cuentos. Muchos de ellos surgieron de noticias, incluso de noticias con poca trascendencia mediática. Su costado poético también tuvo lugar al leer un poema dedicado a un ex combatiente de Malvinas, estaqueado en las Islas.
En una charla que duró casi dos horas, al final se dio un fluido intercambio con el público. Los presentes preguntaron sobre la relación personal con el fútbol. “Soy un apasionado por el fútbol como cualquier otro, pero no condeno a quien no le gusta”, aclaró. También comentó, brevemente, su próximo libro, Escritores descalzos. Es una recopilación de entrevistas a escritores de diferentes épocas. García Márquez, Jorge Luis Borges, Manuel Mujica Lainez, Woody Allen, entre otros. Se reconoció un escritor compulsivo: “no puedo parar de escribir”. Al final, Rodolfo Braceli se dispuso a dedicar libros que llevó parte del público.
El ciclo continua el jueves 23 de este mes, con la presencia de la escritora Iris Rivera, en una mesa dedicada a la literatura infantil.

Ramón D. Tarruella
Foto: Delfina Magnoni Nota publicada el domingo 13 de septiembre de 2010 en el Diario Diagonales.

domingo, 5 de septiembre de 2010

MÁS POESÍA, MENOS POLICÍA

El ciclo literario que organiza la editorial Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas, inauguró el mes de septiembre con el evento “Más Poesía Menos Policía” que por primera vez, hizo su presentación en la ciudad de La Plata. A pesar de la lluvia y el frío del pasado jueves, un público numeroso se animó a la consigna de más poesía en las calles.
El proyecto “Más Poesía, Menos Policía” nació hace dos años y medio con el empuje de dos de sus integrantes, Nicolás Castro y Ricardo Dios, en una casa porteña que a partir de los frecuentes ensayos fue bautizada “La Sinagoga del Rock”. Punto de partida de un espectáculo ambulante que ya ha pasado por Santiago del Estero, Capital Federal y Rosario, sumando a una considerable lista de poetas de distintos puntos del país. El evento consiste en el despliegue de sus producciones siempre en compañía de otras artes como la pintura, la fotografía y la música.
En pantalla gigante, la mirada iracunda del poeta norteamericano Ezra Pound y otras tantas provocativas del escritor William Burroughs, fue seguida del rostro afeitado de Macri, por imágenes de diciembre de 2001 y los enfrentamientos urbanos de la última década, y también por los clásicos grafitis de Bansky donde dos policías se besan o un militante arroja flores al aire.
“Más Poesía Menos Policía” se vuelve una consigna tan impactante como provocadora que invita a los poetas contemporáneos a una ronda de poesía. Sin repetirse, de ciudad en ciudad, el espectáculo varía con la promoción de un mismo lema.
Para esta ocasión, encabezó el espectáculo Manu Sánchez Viamonte, integrante del grupo platense El Mató a un Policía Motorizado. Comenzó con sus poemas a modo de pensamientos inconclusos y dichos en voz alta. “Más bien, Boludonias, así las llamo”, explicó. Luego el Gato Sisti Ripoll, cantante del otro grupo platense 107 Faunos, leyó una serie de poemas sin título con la intención de hacer un recorrido autobiográfico. El poeta local Mario Arteca optó por la lectura de uno de sus últimos libros Cuando salí de La Plata (Casi Incendio La Casa, 2001), una especie de crónica sobre el revés cultural de la ciudad, donde pareciera brotar necesariamente, entre verso y verso, la reflexión filosófica y la realidad política.
Julián Axat, abogado, poeta y editor de la colección “Los Detectives Salvajes”, también platense, retó a uno de sus personajes. Una especie de rufián o canalla que además de demandarle a gritos una urgente edición de sus poemas, rezongó contra la inseguridad y “los niños sucios y vagos” que manchan la ciudad.
Dos integrantes más fueron llamados a una lectura en el escenario, Mariano Abrevaya Dios que leyó el cuento “Jugarse”, y el poeta Nicolás Castro, uno de los mentores del proyecto. Por último, como cierre del espectáculo, el músico elegido fue Antolín con su guitarra.
El próximo jueves 9, en un mes dedicado a distintas temáticas, se hablará de La literatura, el fútbol y nosotros, cuyo invitado será el periodista y narrador Rodolfo Braceli. El encuentro está anunciado, como siempre, a las 19.30 hs.
Sofía Silva
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 5 de septiembre de 2010.

martes, 24 de agosto de 2010

Un escritor a la altura de sus propios personajes

Detrás, Onetti, en los tiempos de La vida breve
El jueves pasado, el ciclo Cuatro Ficciones cerró el mes de agosto con la proyección del documental de Juan José Mugni sobre Juan Carlos Onetti. En el film, se lo ve al autor de El astillero en sus últimos años, cuando por decisión propia se abandonó en la cama, leyendo novelas, en su mayoría policiales, bebiendo whisky con agua, con la única intención de esperar la muerte.
El trabajo de Mugni se estructura a partir de una larga entrevista a Onetti, mechado con testimonios de otros escritores, colegas y ex novias. Los testimonios retratan al escritor tanto en su vida cotidiana, en su condición de escritor así como su compromiso político, un detalle que se conoce poco. Incluso el propio Onetti se asumió como hombre de izquierda. “Nací zurdo y moriré zurdo, porque siempre estuve del lado de los débiles”, sentenció.
Mario Benedetti rememoró la tarde que lo había conocido en un bar de Montevideo, junto a un grupo de escritores. “Se había tomado alrededor de 18 jarras de cervezas. Las ponía una al lado de la otra. Sin embargo, nunca perdió la lucidez”, contó el poeta. En la entrevista, realizada en el 1989, no parece haber cambiado demasiado. Seguía tomando uno y otro vaso de whisky, en pijama, desdentado y con una gran lucidez intelectual. Mercedes Rein, compañera de trabajo en la revista Marcha, recordó los días en la cárcel en Montevideo, semanas antes de exiliarse en Madrid, alejándose para siempre de Uruguay. Onetti junto a otros escritores habían premiado a un cuento, “El guardaespaldas”, de Nelson Marra, que la dictadura uruguaya inmediatamente prohibió. Por ese motivo, fueron detenidos.
La poeta Idea Vilariño da uno de los testimonios más profundos del documental. Según ella, Onetti no dividía la realidad de la ficción, vivía como sus personajes. A pesar de que fue uno de sus grandes amores, nunca supo demostrarle ese afecto. Sólo le dedicó una de las mejores novelas, Los adioses. El propio Juan Carlos Onetti pareció sostener esa idea, cuando se comparó con Larsen, uno de los personajes. “Larsen y yo fracasamos. Él quiso construir el prostíbulo perfecto, y Onetti, la novela perfecta. Y los dos fracasamos”, confesó. Para el propio escritor, su mejor novela es El astillero, pero la que más ama es Los adioses. Onetti murió en abril de 1994, en el mismo lugar donde se lo ve en el documental: en la cama, leyendo y bebiendo whisky.
El ciclo retoma el jueves 2 de septiembre, con la presentación del grupo de poesía, “Mas poesía menos policía”. El espectáculo contará con lecturas de poemas, la proyección de imágenes y música en vivo, siempre con la poesía como protagonista.

Ramón D. Tarruella
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el lunes 23 de agosto de 2010.

domingo, 15 de agosto de 2010

La escritura como un oficio terrestre y violento


El jueves pasado, en el mes dedicado al cine documental sobre escritores, el ciclo organizado por la editorial Mil Botellas, se proyectó el film "Operación Walsh" (2000), dirigido por Gustavo Gordillo y realizado en colaboración con la Universidad de Lomas de Zamora.
El film mostró en pantalla no sólo a un Rodolfo Walsh combatiente sino también comprometido con la palabra; como escritor admirable que fue, aun en los momentos de mayor anclaje en la militancia peronista.
¿Político o narrador? Un conflicto que ronda, incluso, para el mismo autor de Los oficios terrestres (1966) y que el film trae a cuestión en una aparente dicotomía. En este sentido, el testimonio de Ricardo Piglia responde a la pregunta. Tomando como ejemplo el cuento “Esa mujer”, donde Eva Perón es el enigma y “donde Walsh, nunca explicita lo fundamental ", Piglia analiza, "su obra misma resuelve el debate literatura-política, tanto por su ficción como sus trabajos periodísticos que nunca llegan a mezclarse y que logra, con maestría, mantener en dos esferas distintas”.
David Viñas, por su parte, rescata “Nota al pie” como un cuento memorable, y subraya el estilo de la “Carta Abierta a las Juntas Militares”. “Detrás de esa carta hubo un gran escritor. El estilo es inquirido, y genera así en sus remitentes el efecto que busca”.
Lo que se destaca en el documental, por sobre lo estético, son los testimonios elegidos. Se suman, entre otros de interés, el relato de su hija Patricia, el de su antítesis ideológica Carlos Walsh (capitán de navío y hermano mayor de Rodolfo), y de sus parejas y compañeros de militancia. Ese cúmulo de voces construye un retrato que lo describe fascinado por la investigación periodística; por su lengua materna, el inglés; por la lectura fervorosa de la sección de policiales, y por supuesto, por el whisky y el juego. Integrando también, el revés de un Walsh conciso. Dudas y contradicciones se conjugan con “un intelectual que ponía la vista donde otros desistían”, explica Poupée Blanchard.
Lilia Ferreyra, su última compañera, comparte una actitud de Walsh en la asunción de Cámpora el 25 de mayo de 1973: “Rodolfo no quiso salir a la calle ese día, pocas veces salía. Entonces yo voy, pero al regreso me encuentro sobre la mesa un papel con el esquema donde detallaba cómo se había dado todo el movimiento de las fuerzas de seguridad alrededor de la Plaza de Mayo”, explicó. “Eso era Walsh”.
El próximo jueves, en pantalla, el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti. Otro retrato, dirigido esta vez por Juan José Mugni: "Onetti: retrato de un escritor" (1990) a las 19.30hs., con entrada libre y gratuita.

Sofía Silva
Nota publicada el domingo 16 de agosto en el diario Diagonales.

Foto (de Gustavo Gordillo): Delfina Magnoni

lunes, 9 de agosto de 2010

LA MORAL DE JUAN JOSÉ SAER


Rafael Filippelli, director de "Retrato de Juan José Saer", conversó con el público luego de la proyección.

El jueves pasado, en el Centro Cultural Islas Malvinas, se dio un auténtico homenaje al escritor Juan José Saer. A la proyección del documental "Retrato de un Juan José Saer", de Rafael Filipelli, se le sumaron las anécdotas que contó el propio director sobre el autor de El limonero real. En un mes dedicado a la proyección de documentales sobre escritores, un numeroso público pudo ver un documental, del año 1996 y casi inédito, donde se lo muestra a Saer en diferentes situaciones cotidianas, durante un viaje que hacía cada año en el mes de diciembre.
El documental imita el estilo de la prosa de Saer. Se detiene en detalles cotidianos, en charlas triviales, secuencias con un tiempo perezoso, donde el centro son las comidas con amigos y parientes del escritor. Comienzo en una cena en París, antes de su viaje a Buenos Aires, donde el único testimonio en off es el director Hugo Santiago. El cineasta resume la literatura de Saer como un silencio conversado. Una definición que se puede ver en su narrativa y también en la poesía, según Santiago.
Saer visita a Buenos Aires en el año 1994, en plena época menemista y a punto de editar su novela La pesquisa. En su llegada al país, se lo ve en un asado que comparte con Ricardo Piglia, el editor Alberto Díaz, María Teresa Gramuglio, entre otros. La encargada de hablar de la obra de Saer es Beatriz Sarlo, quien lee un poema en donde el escritor define a estas tierras, como “un pan en llamas”. Sarlo remata su intervención asegurando que la literatura de Saer no es pesimista, es moral: “su moral es la perfección estética”.
El documental continúa en una visita a Santa Fe. Primero, a la casa de sus hermanas, y luego en otro asado, esta vez en el interior de la provincia, con otros amigos entre los que se encuentra el cineasta Raúl Beceyro. En todo el documental se lo ve a un Saer fumando, siempre con un vaso de vino en la mano, compartiendo chistes y observando todo su alrededor.
Luego de la proyección, el director Rafael Filipelli compartió algunas anécdotas de film y del propio escritor. En una de las tantas definiciones, comentó que Saer era un impulsivo en todo: como escritor, en su pasión por las comidas que le hacían mal, por el alcohol, el cigarrillo y el juego. “Era como un nene. Le gustaba contar chistes malos, podía pasa toda una mañana contando esos chistes del que nadie se reía”, confesó Filipelli. Y lo describió como uno de sus grandes amigos que conoció a principios de la década del ochenta.
El ciclo continúa el jueves próximo, con la proyección de “Operación Walsh”, documental sobre el autor de Los oficios terrestres. El encuentro contará con la presencia de su director Gustavo Gordillo.

Ramón D. Tarruella
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el 8 de agosto de 2010.

lunes, 19 de julio de 2010

LA ESCRITURA DE LO SENSIBLE. ENTREVISTA A ZUHAIR JURY

POR FABIÁN SOBERÓN

Zuhair Jury nació en Mendoza, en el seno de una familia pobre. Publicó su primer libro de cuentos, El dependiente y otros cuentos, en 1969. Escribió, entre muchos, los guiones de las clásicas películas de Leonardo Favio: Crónica de un niño solo (1964), El dependiente (1969) y Juan Moreira (1973). Como director filmó seis películas, entre ellas, El fantástico mundo de María Montiel (1978), El largo viaje de Nahuel Pan (1995) y El piano mudo (2008), una ficción sobre la vida del músico Miguel Angel Estrella. La editorial Mil Botellas (http://milbotellas.blogspot.com) acaba de reeditar en La Plata su primer libro de cuentos con el nombre El romance del Aniceto y otros cuentos: una joya secreta de la literatura argentina.

Con un trabajo preciso en el lenguaje y un uso oportuno del suspenso narrativo, sus cuentos narran escenas absurdas de personajes crueles en un pueblo perdido. Desde un rincón de la provincia de Buenos Aires, Zuhair Jury evoca, con melancolía y rara timidez, la escritura de sus míticos cuentos.

—¿Cuándo empezó a escribir?

—Mi primera narración fue “El Romance del Aniceto”. Tenía 22 años. Y para comenzar mis excesos debo confiarle que no lo escribí porque considerara que podía acometer sucesos narrativos. Sencillamente comencé a escribirlo buscando una salida de escape a mi angustia de haber tenido —por necesidad— que abandonar mi tierra, mis cielos y mis fechorías de muchacho marginal. Así es que, como desahogo, comencé a escribir “El Aniceto” el que, de alguna forma, era yo. En un cuento posterior, “La Boliviana”, quizá pueda entenderse este estigma.

—¿Cuáles fueron los autores que consideraba precursores o referentes cuando escribió el libro que se acaba de reeditar?

—Nosotros no hemos tenido formación cultural. Yo apenas he cursado el cuarto grado primario. Pero sí recuerdo, como cosa particular a lo sensible, que en el rancho en que vivíamos, siendo muchacho, abrí una vez una Biblia, y la primera frase, “Y en el principio era el caos”, causó en mí, desde la concepción puramente narrativa una conmoción que aún hoy perdura. Recuerdo, también haber leído La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. Y posteriormente algunos otros autores entre los que destaco grandemente a Roberto Arlt.

—La primera edición de su libro es de 1969. ¿Ha cambiado su visión de la literatura desde aquella edición hasta hoy?

—Sí. Hoy el realismo escrito por terceros me conmueve como siempre. Pero en lo personal, ahora me es imperioso transitar por un camino en donde los personajes convivan desde el realismo con lo ilusorio, e inclusive con lo fantástico. Sobre este asunto tengo un trabajo que explicaría mejor lo que digo.

—¿Cómo ve hoy su libro El Romance del Aniceto?

—Considero que tiene, aún hoy, cosas atendibles. Hay en sus cuentos un trabajo preciso con el lenguaje y un oportuno uso del suspenso narrativo. También se lee una estructura sólida en cada cuento y una aproximación a la estética realista. Creo que hay un cruce logrado entre precisión formal y atmósfera social (escenarios de pobres, miseria pueblerina), dos aspectos que en ocasiones van separados en otros narradores.

—¿Le preocupa tanto el trabajo formal como el tema o la atmósfera social en sus cuentos? ¿Cómo ve esta relación?

—Me siento en conflicto para explicar lo que usted pregunta... Dividir la formalidad estética de la cual pueda emerger lo social, es un discernimiento que me cuesta dilucidar. Si en mis trabajos aparecen estas interrelaciones, brotan naturales sin advertencias de que están ocurriendo.

—“El dependiente” es casi una novela corta. ¿El proceso de escritura de este texto fue similar a la escritura de los cuentos más breves?

—No. En “El dependiente” la índole de los personajes “apresa” al narrador y lo obliga a la lasitud, a irlos desmenuzando en sus detalles mínimos, pues están constituidos de infinitas pequeñas miserias; de ahí que casi se me haya ido a novela corta. Los otros, no. En algunos he rozado la simbología más que la narrativa en sí, por ejemplo: “De un sucedido”.

—¿Para usted hay diferencias entre la escritura de una novela breve y un cuento corto?

—Sí, aunque parecen primos hermanos. El cuento corto está obligado a ser taxativo y obrar rotundo.

—Creo que “El dependiente” puede ser leído como un cuento kafkiano. ¿Le interesa el absurdo como recurso narrativo?

—Me interesa el absurdo, no como recurso narrativo sino porque la vida participa más de ello.

—¿Cómo construyó “El dependiente”, ese cuento extraordinario?

—“El dependiente”, como todos los demás cuentos, es parte de la gente de aquel pueblo del que le hablaba. Allí, en mi adolescencia fui despertando a la composición humana que va de lo maravilloso a lo brutal. Y consideré muy necesario documentar a estos personajes de existencias tan chatas que orillan lo siniestro.

—Bioy Casares estaba descontento con las versiones cinematográficas de su cuentos y novelas. ¿Siente que las películas de Leonardo Favio basadas en sus cuentos le han hecho justicia a esos relatos?

—Más que justicia, los engrandeció.

—En la mayoría de los cuentos la poesía se expande como un mar. ¿Es un rasgo circunstancial la marca de la poesía en su prosa? ¿O cree que es el resultado de un trabajo minucioso con el lenguaje?

—Si es que devienen zonas que se aproximan a un ritmo poético, quizá se pueda deber a un muy profundo amor a la palabra, pero si esto ocurre no es porque yo obre buscando ese hecho, que por otra parte considero peligrosísimo. Creo que si suceden rasgos poéticos en narrativa, éstos deben ser más presumidos que advertidos como “intencionalidad”. Aún después de editado, he advertido en dos o tres zonas el peligro del que hablo, pues en esas zonas el giro de la prosa ha caído casi a prosa rimada sin que haya habido intencionalidad de mi parte. Pero también lo entiendo y lo legitimo, pues es mi forma de sentir.

—Usted es guionista, realizador cinematográfico y escritor. ¿Con cuál de estos oficios se siente más cómodo?

—Con casi todos por igual, aunque la narrativa me es más entrañable.

—¿Cómo entiende la relación entre literatura y cine? ¿Cree que es conflictiva?

—Muy conflictiva. Porque la narrativa literaria contiene entre otras cosas introspección. Ejemplo: Al sacar entrada en el bailable, el Aniceto pide “Una, caballero... —y como siempre, la palabra lo hizo sentir ridículo, le resultaba ampulosa, como pedida desde la montura de un caballo de naipe”. Esta aclaración sensorial que permite la narrativa, y que a su vez le da al lector la advertencia de que el personaje, mas allá de su rusticidad, es de una sensibilidad especial, es intransferible al cine.

Entrevista publicada en el diario La Capital de Rosario, el lunes 19 de julio de 2010.

domingo, 18 de julio de 2010

CUATRO FICCIONES PARA LILIANA HEKER

Definiendo como “un acto heroico” a la presencia del público en una de las noches más frías del año, la escritora Liliana Heker estuvo el jueves pasado en el Centro Cultural Islas Malvinas, dentro del ciclo organizado por la Editorial Mil Botellas. Al cabo de una hora y media, la novelista y cuentista se mostró dispuesta a hablar de literatura, tanto de su obra como de sus inicios, en esos intensos años sesenta. Abriendo sus manos pequeñas desde el pecho, una y otra vez, Heker reconoció que si bien estudió Física, desde los 16 años se asumió como escritora: “Supe que la ciencia no me expresaba y la literatura sí”. Buscando una revista de literatura que no sea “reaccionaria y aburrida”, y luego de enviar una carta y un poema, pasó a formar parte de El grillo de papel, publicada entre 1959 y fines de 1960, de la cual llegaría a ser subdirectora.
Y recordó lo que le dijo Abelardo Castillo: “el poema es muy malo, pero en la carta se nota que sos escritora”. En 1961, fundaría junto a Castillo la mítica El escarabajo de oro. Por esta revista pasaron la mayoría de los escritores de la generación del 60. “Todos escribían con mucho rigor y no es exagerado decir que toda una generación de cuentistas publicó allí”, afirmó Heker, quien además destacó que “nunca hubo dos números seguidos con el mismo staff”, dando cuenta de la cantidad única de autores. El escarabajo de oro debió interrumpir sus publicaciones en 1974 a causa de la inflación, consecuencia de la política económica conocida como el Rodrigazo. De esos años, Heker, recordó los rebusques que hacían para vender la revista y los ruegos a los vendedores de los kioscos para cobrar. A fines de 1977, cuando junto a Silvia Iparraguirre y Abelardo Castillo, crearon El Ornitorrinco, una nueva publicación literaria que duró hasta 1986. Una revista también hecha a pulmón aunque en otro contexto, en plena dictadura militar. Ya no se juntaban en cafés, sino en casas y no había contacto con los lectores. Fue en 1978, que Heker comenzó a dictar talleres, actividad que aún ejerce: “el ámbito de los talleres literarios era un espacio de libertad donde se podía leer lo que quisiera”. En su primer grupo participó la escritora de literatura infantil Silvia Schujer y de los últimos que coordinó surgieron nombres de la narrativa actual como Samantha Schweblin, Guillermo Martínez y Pablo Ramos. Consultada sobre su modo de escribir, la autora dijo que “la búsqueda del texto lleva mucho trabajo. A veces uno encuentra algo como si le cantara en la oreja, pero eso es infrecuente”. Calificando a “mercado” como una palabra nefasta y a “best seller” como palabra aterradora, afirmó que “comparado con la tendencia actual escribo poco” y sentenció: “el libro debe abrirse paso de a poco y su mejor destino es permanecer”. El ciclo Cuatro Ficciones se reanudará el jueves 5 de agosto con un mes dedicado a documentales sobre poetas y escritores.


Mauro Basiuk
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 18 de julio de 2010.

sábado, 10 de julio de 2010

Una mirada del país a través de las mujeres


Para María Rosa Lojo, el entorno familiar resulta fundante de una identidad. De ahí que el encuentro del jueves pasado en el Centro Cultural Islas Malvinas, haya rondado entre la España de sus padres, patria siempre imaginada, y una Argentina aún por conocer y que la encuentra anclada en Castelar, barrio de jardines y árboles frutales.
Dos patrias, dos mundos, que sólo la literatura pudo unir. “La literatura es la manera que tengo de relacionarme con el mundo, de instalarme en él”, expresó Lojo. Su última novela, Árbol de familia (2010), escrita a base de preguntas a familiares, cartas y recuerdos, es el meollo de esta cuestión identitaria. Mezcla de un padre republicano y galés que vino al país exiliado por la Guerra Civil, y una madre castellana, cristiana y con un cuaderno sin espacio para un nuevo poema.
Árbol de familia es un libro que recién ahora publicó y que fue madurando, ya lejos de esas voces de península. A la pregunta de porqué el libro, la autora confesó, “porque después de muchos años pude dar con una mirada más fraterna y menos juzgadora de ese pasado”.
María Rosa Lojo recordó su primera relación con la literatura a partir de una minibiblioteca argentina que le regaló su padre. Se alineaban en un estante, también minúsculo, Recuerdos de Provincia de Domingo F. Sarmiento; Fausto de Estanislao del Campo; las Bases de Juan Bautista Alberdi y el Martín Fierro de José Hernández. Convivía también, el relato "Siete platos de arroz con leche" mediante el cual conoció Lucio V. Mansilla escritor y a "todo un mundo hispanocriollo que hasta el día de hoy siento atractivo”. Colección de libros en miniatura que creció y pobló luego sus novelas e investigaciones académicas. “Mis libros son una saga de una Argentina nativa y adoptiva”, puntualizó la escritora que además de ensayista y novelista, es poeta.
Pero la historia del país, que interesa a María Rosa Lojo, no sólo es escrita por los escritores canónicos. Para la autora es aquella que se encuentra más cerca de la pérdida que de la memoria. Muchos de sus puntos de interés residen en personajes como Eduarda Mansilla, hermana de Lucio V. Mansilla, y que eligió homenajear en Una mujer de fin de siglo, o la admirada Manuelita Rosas de Terrero, hija de don Juan Manuel de Rosas, que retrata en La princesa federal. Ambos personajes olvidados por el país vidriera que relata la historia oficial.
Y a esas mujeres, la escritora agregó otros nombres como el de la pianista Delfina Bunge y de otra colegas como Juana Manso, Alfonsina Storni, Victoria Ocampo, Clarice Lispector, Nélida Piñón. Punteó una lista de mujeres que transgredieron el espacio de “puertas adentro” y se pensaron de una vez, activistas de la vida política del país.
La cuestión de género tan imbricada hasta el día hoy, llevó a Lojo a reflexionar sobre su propio oficio y sus prejuicios: “hoy se asoma otro clima, no sólo las mujeres sino también los hombres reivindican otro modelo de mujer”.
Junto a un público ansioso de preguntas y comentarios, Lojo, opinó sobre la existencia de una mirada femenina o masculina a hallarse en los textos, cosa que todavía no tiene resulta pero que sin embargo explicó que “no sé si existe una forma, pero algo de lo que estoy segura es que no creo en la consolidación de clichés. En una literatura de mercado como la de Isabel Allende o Ángeles Mastretta que pautan sobre qué temas y cómo debe escribir una mujer”.
El ciclo Cuatro Ficciones sigue el jueves 15, la última mesa del mes julio, denominada “Crítica y ficción”. La invitada será otra mujer: Liliana Heker, también escritora y con una importante trayectoria en el oficio.

Sofía Silva
Fotos: Delfina Magnoni

Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 11 de julio de 2010-


María Rosa Lojo luego de la charla

sábado, 3 de julio de 2010

TRES PROPUESTAS

Un click sobre la imagen para ampliarla

Fuente: Agencia DIB. Nota publicada el lunes 21 de junio de 2010 en el suplemento EXTRA.

domingo, 27 de junio de 2010

CUATRO FORMAS DE VIVIR LA POESÍA


Para cerrar el mes de junio, el ciclo Cuatro Ficciones convocó a cuatro poetas platenses, Carlos Aprea, Virginia Fuente, Patricia Coto y Miguel Delía. Los cuatro, de diferentes generaciones, mostraron una diversidad tanto por sus orígenes, su formación como poetas hasta ciertos gustos. Aunque mostraron un punto en común: la plenitud a la hora de escribir poesía.
Ante la pregunta de cómo fue sus primeros contactos con la poesía, todos coincidieron en recordar la escuela secundaria primero, y la universidad después, como los espacios donde conocieron a los primeros poetas. A Virginia Fuente fue un profesor de matemáticas quien le transmitió su amor por la poesía. El caso de Miguel Delía ilustró el encuentro al comentar que había escuchado a “una profesora leer unos poemas en voz alta, y entonces pedí cursar esa materia”. Esa profesora era Patricia Coto, sentada a su derecha. Carlos Aprea, egresado de una escuela técnica y técnico químico, fue el único que citó otros ámbitos de formación. “La radio, el cine, las revistas, las letras de las canciones, eran lugares donde descubrí que había poesía”. Ese comentario abrió un debate que se prolongó a partir de preguntas y acotaciones del público: la relación entre la música y la poesía. La pregunta circundante era si acaso las letras de una canción configuraban un poema. Y los nombres de letristas, con perfil de poetas, surgieron de forma espontánea. Homero Manzi, Spinetta, Manuel J. Castilla.
En el encuentro hubo lugar para situarse ante la relación entre la ciudad y los poetas. Patricia Coto fue clara en ese sentido: “poetas tienen todas las ciudades, no sólo La Plata. Berisso, Mar de Plata. No creo que sólo sea una característica de la ciudad”. Y luego retrató su paso por los grupos que integró, Latencia, Contrastes, Los Albañiles, como lugares diversos y a la vez, estimulantes. Carlos Aprea, ante la cuestión de la poesía y la ciudad, agregó:”hay mitos que son buenos y otros que son malos. Si acaso el mito de “una ciudad de poetas” sirve para que se escriba más poesía, bienvenido sea ese mito”.
Como cierre, hubo una ronda de lectura de poemas. Algunos eligieron versos inéditos, como el caso de Patricia Coto y Miguel Delía. Lo mismo Virginia Fuente, quien leyó un poema dedicado al Equipo de Antropología Forense, que despertó aplausos del público.
El ciclo continúa en julio con un mes donde estarán invitadas tres mujeres de amplia trayectoria. Comienza el próximo jueves, con la crítica literaria y ensayista Josefina Ludmer, el 8 con María Rosa Lojo y el jueves 15, cerrando la primera parte del año, Liliana Heker.
Ramón D. Tarruella
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el 27 de junio de 2010.

De izquierda a derecha: Virginia Fuente, Patricia Coto, Miguel D´Elía y Carlos Aprea.

domingo, 20 de junio de 2010

LA POESÍA COMO UN ACTO SUBVERSIVO

Alberto Szpunberg y Vicente Muleiro
El encuentro del jueves pasado, en el Centro Cultural Islas Malvinas, se trató de una auténtica oda a la poesía. Con definiciones como “la poesía lo puede todo”, “me siento feliz cuando escribo versos”, “el poema es un acto subversivo”, los invitados, Vicente Muleiro y Alberto Szpunberg, han compartido su pasión por el género.
La charla comenzó con un breve retrato de sus primeros años como poeta. Muleiro, quien también es narrador y actualmente subdirector de Radio Nacional, recordó el grupo “El ladrillo”, donde comenzó su andar en la literatura junto a poetas como Jorge Boccanera y María del Carmen Colombo. “Era un grupo de una gran diversidad ideológica. Había troskistas, peronistas, comunistas. El cruce entre cultura política y poesía era fundamental”, comentó Muleiro, sobre su experiencia recién iniciada la década del setenta. No fue el caso de Szpunberg, quien comenzó en los años sesenta y como militante del partido comunista. “A los 14 años me afilié al partido y leí todo lo que llegaba como formación política, desde La madre de Gorki hasta los poemas de Maiacovski. Por suerte, luego me echaron y tomé hacia otros rumbos políticos”, confesó el autor de El Che amor.
Más allá de esos recuerdos, los invitados se distanciaron de toda melancolía. “Actualmente hay otros íconos de militancia, no se puede imitar las formas de los años sesenta y setenta. Lo primero, para un poeta, es escribir, un trabajo donde hay que insistir”, aclaró Szpunberg. Desde una mirada periodística, Muleiro resaltó algunos hechos coyunturales que dieron lugar a nuevas expresiones. Las respuestas a las manifestaciones del campo, los festejos del Bicentenario. “Sigue existiendo la cuestión grupal, la necesidad de buscar un nosotros”, sintetizó.
Alberto Szpunberg sólo publicó poesía, desde 1962, con Poemas de la mano mayor, su primer libro. Vicente Muleiro, en cambio, es autor de cuatro novelas, de obras de teatro, y coautor de una biografía sobre Jorge Rafael Videla, además de poeta. Sin embargo los dos coincidieron en atribuirle un don revolucionario al género. “La poesía es revolucionaria porque tiene un acto subversivo desde el mismo uso de la palabra, desde esa búsqueda”, sentenció Szpunberg. Muleiro eligió una anécdota de la poeta Olga Orozco para aportar a esa idea: “ella estaba combatiendo al lenguaje cuando le escribía versos a su gata Berenice. Y también estaba iniciando un acto de provocación, más allá de sus ideas políticas”.
Antes de finalizar el encuentro leyeron poemas de sus últimos libros. Muleiro, de Ondulaciones, y Szpunberg de La Academia de Piatock, ambos de 2009. El jueves próximo, como cierre del mes dedicado a la poesía, habrá una mesa de autores platenses. Los invitados, de diferentes generaciones, serán Patricia Coto, Virginia Fuente, Carlos Aprea y Miguel Delía.

Ramón D. Tarruella



Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 20 de junio de 2010.