domingo, 27 de septiembre de 2009

CUATRO GENERACIONES DISTINTAS, UNA MISMA CIUDAD

Refiriéndose a la poesía, Horacio Preler comentó: “la necesidad de expresarse es la forma de superar la soledad”. Preler, nacido en 1929 en La Plata, fue uno de los cuatro invitados del ciclo Cuatro Ficciones del jueves 24 de septiembre. Lo acompañaron los poetas Néstor Mux (1945), Gustavo Caso Rosendi (1962) e Inés Aprea (1985). Y la presencia de un público numeroso, ávido de conocer los secretos del género, fue otra manera de superar la soledad planteada por el poeta.
Mux y Preler son amigos desde la década del sesenta y fue una muy buena oportunidad escucharlos y debatir con dos poetas jóvenes, como Caso Rosendi e Inés Aprea, quienes se formaron en la poesía leyéndolos. Quedan claras las diferencias de editar según las décadas, Mux contó que su primera publicación fue en la ya legendaria editorial La Rosa Blindada donde la tirada de libros oscilaba entre los 5.000 y 10.000 ejemplares y se podía comprar en los kioscos de revistas, mientras que en la actualidad la situación es muy diferente.
En 1995 la poetisa Ana Emilia Lahitte publicó la compilación Cinco poetas capitales, que permitió hacer conocer en Buenos Aires a Néstor Mux, Horacio Preler, Rafael Oteriño, Horacio Castillo y Osvaldo Ballina. Entre las anécdotas que disparó ese libro, Mux contó que cuando fue a Buenos Aires a un hospital donde estaba internado su padre, entre las pertenencias de una enfermera descubrió ese libro.
De lo que se dijo en la charla quedan frases como: “Opté por resistir en la poesía porque mi visión del mundo es desdichada” (Mux). “La poesía tiene soledad y comunión, entonces uno deposita una esperanza” (Aprea). “En un poema uno tiene que trabajar y pulir hasta que no pueda trabajarlo más” (Preler). “Es muy fácil publicar un libro de poesía, hay mucha basura dando vuelta. Hay que tener buen ojo para ver qué es bueno y qué no” (Caso Rosendi).
Como en todo encuentro de poetas estuvo la posibilidad de escucharlos leer sus versos. Mux leyó Es un muchacho que ríe, La lámpara y Posesiones. Preler La pared, Casa vacía y un poema sobre Malvinas dedicado a Caso Rosendi. Inés Aprea leyó Folclore, El escultor, IV y Jorge Julio. Caso Rosendi eligió de un poema que había escrito ese mismo día y también de Cementerio Darwin y Patria.
En el mes de octubre el ciclo Cuatro Ficciones propone cinco mesas de géneros que hasta ahora no había tratado. El tema del jueves 1 es literatura e historieta y los invitados serán Rep y Rocambole.

Juan Manuel Bellini
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 27 de septiembre de 2009.


Fotos. (Arriba a la derecha) Néstor Mux y Gustavo Caso Rosendi en la mesa.
(Abajo) Horacio Preler, Inés Aprea y Néstor Mux luego de la charla.

sábado, 26 de septiembre de 2009

UNA AUTÉNTICA VOZ DEL INTERIOR

Por Ramón D. Tarruella
Frente a la Catedral y el Cabildo de la ciudad de Córdoba, se levantan tres carpas largas, rectangulares, en el interior de la plaza San Martín. Es el centro de la ciudad, a un costado de las dos calles peatonales donde se concentran las galerías y locales comerciales.
En esas tres carpas, erguidas desde el pasado 3 de septiembre, se celebra la Feria del Libro más importante de la provincia. Una feria que dura casi un mes, hasta el 21 de septiembre y que concentra la atención de buena parte de la ciudad.
En los últimos meses en algunos suplementos de los diarios nacionales se viene hablando de un boom de la literatura cordobesa. Si bien esos títulos rimbombantes muchas veces esconden datos y recurren a olvidos, es cierto que la provincia tiene un campo literario propio. Autores que venden muy bien o que van acumulando un prestigio y que sólo se leen en Córdoba. Y todo a espaldas de Buenos Aires.
Por ejemplo, Cristina Bajo es una autora bet-seller de novela histórica, escritora que hace unos años publica la editorial Sudmericana. En el momento de la realización de la Feria, Letra de médico, de Carlos Presman, se convirtió en uno de los libros más vendidos. Se trata de un libro de crónicas sobre la experiencia de Presman como médico. José Playo, de 34 años, agota ediciones de sus libros de cuentos, sobre todo a partir de que popularizó los escritos en su blog. Se anuncia que “está terminando su primera novela”. Otro joven escritor, Esteban Llamosas se dedica al género policial, ya lleva tres novelas con el detective Lespada. La última, La conspiración de los catorce, parte de un caso en el marco de la reforma universitaria de 1918. Córdoba tiene también su escritor viajante. Martín Cristal viajó por Europa, Egipto, Israel, y, obviamente, Buenos Aires, y ahora, nuevamente en su provincia natal. Esa experiencia está reunida en los relatos Mapamundi. Y siguen los nombres, los autores editados, con sus diferentes edades y estilos. Córdoba ha logrado su propia voz.

LA FERIA Y SUS COSTOS


Ya es un hecho más que destacable que en el centro de la ciudad se levanten tres carpas dedicadas a una actividad literaria. Una ciudad, y buen parte de la provincia, está pendiente de la Feria. Los invitados que llegan de Buenos Aires resultan una atracción: Fogwill, Samanta Schweblin, Martín Kohan, Daniel Viglietti, Osvaldo Bayer, Mempo Giardinelli. Y siguen las firmas.
Sin embargo, lo particular es ver los stands de editoriales cordobesas. Pocos de Buenos Aires. Son muchas y lo llamativo, que faltan varias. De las que faltan, por ejemplo, Alción, una de las más antiguas de Córdoba, que no participa hace ya ocho años. Los editores lo saben y se quejan.
Por un lado, se quejan la feria la organizan las librerías más importantes de la provincia y a veces poco importa la variedad. Y se nota. En varios puestos, uno al lado del otro, se ven los mismos autores y títulos, todos ellos de importantes ventas, tanto nacionales, internacionales como cordobeses. Los stands se alquilan entre tres mil y cuatro mil pesos. Muchas de las editoriales continúan por lo relevante que significa estar presente en la Feria, ya que los números no le cierran.
La otra queja es que, la Feria, con esos precios, termina alquilando puestos a actividades que poco tienen que ver con la literatura. Por ejemplo, históricamente, en la entrada de una de las carpas, estaba el stand de Comunicarte- que permanece en el mismo lugar- y enfrente, el de Alción. El lugar de Alción lo ocupaba una ONG. Detalles que los organizadores de la Feria deberán al menos, cuestionarse. Muchas de las nuevas editoriales cordobesas no tienen su lugar, un detalle que de modificarse, marcaría otra clara diferencia con la Feria del Libro nacional.


Nota publicada en el diario Diagonales, el sábado 26 de septiembre de 2009.

domingo, 13 de septiembre de 2009

EL TATA CEDRÓN: ESE CÓMPLICE MAGISTRAL

Juan “Tata” Cedrón dejó el pasado jueves en el Centro Cultural Islas Malvinas, un sinnúmero de anécdotas que tuvieron como hacedores a poetas de la talla de Raúl González Tuñón, Paco Urondo y Juan Gelman.
El cantautor, al buscar la raíz de su bagaje poético, se encontró con las extendidas tertulias de los años´60 en los barrios porteños. Tertulias que juntaban naturalmente a pintores y dibujantes, con cineastas, poetas y escritores. Allí era entonces, donde escuchaba las conversaciones sobre literatura que tenían por ejemplo, a Ricardo Piglia y Miguel Briante como interlocutores. O esperaba la visita de músicos como Osvaldo Pugliese. Recordó a Tito Cossa que una vez llegó de pura cháchara con Alfredo Zitarrosa, “llegaron todos mojados por la lluvia”, precisó Cedrón, y “Alfredo, en ese lugar, me enseñó de Corrales a tranqueras”.
“Gotan” fue uno de esos espacios, ubicado en la calle Talcahuano y Corrientes, que bautizó con el nombre de uno de los libros de Gelman, “quiere decir ver todo al revés, ver el otro lado de las cosas”. “Un boliche”, aclaró Cedrón, “restaurado junto a mis hermanos”, artistas todos, para convertirlo enseguida, tanto en refugio de sus primeros espectáculos como en el mejor sitio para tender largas y necesarias conversaciones de salón.
En la mixtura de su formación, recordó a Atahualpa Yupanqui; los tangos que corrían a diario en la radio de su padre, y enumeró la poesía folklórica de Manuel Castilla, Juan Perdiguero, Jaime Dávalos, Chabuca Granda, “también el flamenco me gustaba mucho, y la música clásica”. Y dijo de su hermano Alberto, “fue el mayor, ese que en el fondo nos empujó a todos a buscar un oficio en el arte”.
Contó su memorable relación con Raúl González Tuñón, de “cuando lagrimeaba o reía”, también por los años´60. Imitando su voz repitió la frase del poeta: “lo importante es que un artista lo sea en la obra y en la vida, cuando se da eso, ponele la firma de que es el perfecto equilibrio”. Y reforzó diciendo, “yo todavía creo en eso que dijo Raúl”.
“La cerveza de pescador Schiltingheim”, “El último organito” en su voz y guitarra, coronaron el final del encuentro. Así también, tres poemas musicalizados de Miguel Ángel Bustos.
El jueves 24 de septiembre a las 19.30hs. continúa el ciclo poético en Cuatro Ficciones con Inés Aprea, Gustavo Caso Rosendi, Néstor Mux y Horacio Preler.
Sofía Silva
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 13 de septiembre de 2009.

domingo, 6 de septiembre de 2009

LA POESÍA, DOS AVENTURAS

En un mes dedicado a la poesía, resultó un lujo comenzar el Ciclo Cuatro Ficciones de septiembre con dos poetas como Eugenio Mandrini y Jorge Boccanera. Una charla de casi dos horas donde el público disfrutó de poemas leídos por los autores, además de anécdotas de sus primeras lecturas, los años previos a la última dictadura militar y conceptos fuertes sobre la poesía y el poeta.
El encuentro lo inauguró Eugenio Mandrini recordando las primeras lecturas: “mi papá, que era albañil, me despertaba a las cinco de la mañana y me decía: a leer. Y entonces, así comencé a leer a los clásicos griegos, luego a los poetas españoles del siglo de oro”. Los orígenes de Jorge Boccanera se trasladaron a Ingeniero White, en Bahía Blanca, en el puerto. “La poesía la encontré en los rostros de las personas- contó el autor de Marimba- Yo observaba a los marineros de diferentes países que esperaban en el puerto, era un Babel cultural. Y después, un largo poema de Poe me despertó a la poesía, haciendo dibujos al costado de los versos”.
A partir de una pregunta del público, cada uno confesó la rutina a la hora de escribir poesía. Mandrini, hombre de ciudad según él mismo retrató, escribe de noche y con una máquina de escribir muy ruidosa. “Cuando escribo, al lado mío está Drácula, aunque la estaca la tengo yo”, bromeó Mandrini. Boccanera sigue escribiendo en papel, ideas sobre todo. “Hasta que el poema, en un momento, comienza a hablar por sí solo, y uno debe callar y darle lugar”, comentó. “Para mí- agregó Mandrini- la palabra es un escorpión que camina dentro de mi cuerpo”. Y como para sentenciar tamaña comparación, dijo: “la poesía son dos aventuras: escribir y luego, si se puede, editar”.
Otro tema que ocupó buena parte de la charla fue la relación con la música. En el caso de Jorge Boccanera, su relación con la música comenzó a mediados de los años setenta, junto al grupo Zaloma, integrado por el entonces joven Alejandro del Prado. Mandrini, miembro de la Academia Nacional del Tango, destacó “los matrimonios de compositores”, como Manzi-Troilo y los hermanos Virgilio y Homero Espósito.
Los versos leídos fueron elegidos de sus últimos libros. En el caso de Mandrini, de Conejos en la nieve, editado hace apenas unos meses, libro que recibió el premio “Olga Orozco” en 2008. Boccanera leyó poemas de Libros del errante, obra que presentará la semana que viene en México, país donde vivió durante el exilio. Entre el público se encontraban poetas platenses de diferentes generaciones. Desde Pablo Odhe, Fernando Alfón como Néstor Mux y Horacio Preler.
El jueves que viene el ciclo, organizado por el Grupo Editor Mil Botellas, contará con otra presencia de lujo: Juan Tata Cedrón, quien supo musicalizar a los mejores poetas argentinos. Como todos los jueves, en el Centro Cultural Islas Malvinas a las 19:30 hs.
Ramón D. Tarruella
Nota publicada en el diario Diagonales, el sábado 5 de septiembre de 2009.



Eugenio Mandrini y Jorge Boccanera

jueves, 3 de septiembre de 2009

ESCRITORES Y AMIGOS EN EL ISLAS MALVINAS

El jueves pasado se cerró el ciclo del mes de agosto, Dos palabras, encuentro entre dos escritores, esta vez, con un reencuentro entre dos amigos: Daniel Guebel y Miguel Russo. Se conocieron en los tiempos de la secundaria en que aún atesoraban sus primeros escritos, y ninguno de los dos todavía se decía escritor.
Una cercanía notable mostraron durante el encuentro, por la naturalidad en que intercambiaron opiniones, anécdotas y sus mismas diferencias.
Las primeras charlas entre los dos futuros escritores, siendo compañeros de la escuela, no fueron sobre literatura. Optaban por conversaciones más afines a “la pelea Trotsky- Lenin”, sintetizó Miguel Russo, más que por compartir el dilema de sí leer o no a los clásicos que Guebel devoraba al fondo de la clase, siempre en silencio. Russo también recordó las lecturas de los cuentos del escritor riojano Daniel Moyano, gracias a una profesora de Literatura.
La charla entonces osciló entre reflexiones sobre la narrativa actual, como por ejemplo, el panorama del mercado editorial, para Guebel “el nicho de la literatura comercial argentina”. Miguel Russo por su parte, evalúo la figura del editor que exige y a la vez imita, la estética vertiginosa de los filmes comerciales. De un editor que privilegia las ventas en lugar de la calidad de la obra: “hoy, la literatura se tiñe de cine, hasta la que no quiere”, concluyó el director del diario Diagonales.
“El arte de conseguir lectores es muy distinto al arte de escribir obras maestras”, siguió Guebel, que sin embargo, contrario a sus gustos, reveló curiosidad por recorrer de punta a punta obras como las de Federico Andahazi para investigar “cómo trabaja alguien que quiere ser un escritor comercial profesional”.
Acerca del oficio del escritor, y el trabajo que implica llegar a la versión definitiva de una obra, Russo respondió que para él, no existe un método, y que su labor es muy personal: “a Babel la tuve durante más de veinte años en la cabeza antes de escribirla”. Guebel prefirió exponer su “teoría de la corrección”, y considerar, ese trabajo como “un mal innecesario”. El autor de Derrumbe y La perla del emperador, se ubicó entonces hacia el perfil del escritor que con el tiempo termina por ser más frondoso, “que el parco o escaso de escritura que tiene como valor la corrección”, y agregó: “en el Aleph, Borges, yo creo que no tuvo alguien que lo corrigiera”.
Desde el público llegó la pregunta de si aún creen en el compromiso social del escritor, tal como pregonaba Jean Paul Sartre, y del posible cambio social desde la literatura. Cambio que Guebel creyó posible, mientras que Russo dijo, “yo no creo que un libro le cambie la vida a nadie”, y continuó a modo de conclusión, que cada vez que dice o escucha decir esta frase a otro, “hay una indignación en los verdaderos lectores, porque a ellos, sí les cambió la vida haber leído”.
Para Miguel Russo, nombres como Andrés Rivera a quien “debo un agradecimiento en vida por todo lo que me enseñó”, y Juan José Saer, con el que compartió el editor Alberto Díaz, fueron citados como autores referenciales. Daniel Guebel confesó la sombra del escritor César Aira en su obra, y cuánto lo admiraba. Y de paso reveló el argumento de su próxima novela, donde Aira se convierte en el personaje principal a leer entre líneas.
Hacia el final del encuentro, y en sintonía con el público, Daniel Guebel que actualmente trabaja como editor de libros de investigación periodística, y Miguel Russo, dedicado de lleno al periodismo en los últimos años, se interesaron por definir las fronteras entre el género periodístico y de ficción.
El ciclo Cuatro Ficciones inaugura el próximo jueves a las 19.30 hs. el mes de septiembre dedicado a la poesía, con la presencia de los poetas Jorge Boccanera y Eugenio Mandrini.


Sofía Silva

Nota publicada en Diagonales, el jueves 3 de septiembre de 2009.

Miguel Russo, Ramón D. Tarruella y Daniel Guebel