sábado, 23 de abril de 2011

ACERCA DE ALBERTO VANASCO



Alberto Vanasco nació en Buenos Aires en 1925. Miembro de una familia acomodada y lectora, tuvo tempranamente contacto con buena parte de la literatura europea. Como resultado de la crisis del treinta, que repercutió fuertemente en su entorno, vivió en su infancia desarraigos y mudanzas, experiencias que lo marcarán en todo lo que escriba. Vivió en Estados Unidos y en Europa. Su personalidad multifacética y aventurera lo llevó a realizar innumerables tareas. Trabajó en la Corporación de Transportes, en el Poder Judicial, fue remisero, oficial de las Fuerzas Armadas, traductor y profesor de física y matemáticas. Escribió guiones para el cine y la TV, dirigió talleres literarios y revistas.
Como autor, escribió poesía, novela, cuento, ensayo filosófico, ciencia ficción y teatro. En el Colegio Nacional de Buenos Aires comenzó su amistad entrañable con el poeta Mario Trejo. Luego, se relacionó con los surrealistas, como Francisco Madariaga y Enrique Molina, y con el grupo Poesía Buenos Aires; Edgar Bayley, Miguel Brascó, Raúl Gustavo Aguirre y Paco Urondo. Fue un innovador en todos los géneros. En su novela Sin embargo Juan vivía (1947), anticipó los logros que luego serían atribuidos al neobjetivismo francés, y antes que Michel Butor, usó la segunda persona y el tiempo verbal futuro, rompiendo con las apoyaturas formales acostumbradas. Su obra de teatro No hay piedad para Hamlet, escrita con Trejo, recibió el Premio Municipal en 1957. Dirigió, junto a Paco Urondo, la revista Zona y participó en Macedonio y Letra y línea. Como autor de ciencia ficción, un género poco desarrollado en nuestro país, escribió los libros de cuentos Memorias del Futuro (1966), que tuvo varias reediciones, y Adiós al mañana (1967), ambos en colaboración con Eduardo Goligorsky. En su novela Nueva York, Nueva York (1967), propuso una experimentación con el tiempo narrativo, ya que está narrada en sentido contrario al transcurso temporal. Diez años después, publicó Otros verán el mar, novela de fuerte contenido político.
En su obra poética también mostró una intención innovadora. Algunos de sus libros son 24 sonetos absolutos y dos intrascendentes (1943), Cuartetos y Tercetos Definitivos (1947), Ella en general (1954) y Canto Rodado (1962). Se dedicó a estudiar la obra de Hegel, autor que según sus palabras, le brindó respuestas varias. Publicó Vida y obra de Hegel (1973) y Tres ensayos sobre una filosofía de nuestro tiempo (1992). Recibió el Premio Konex en 1984, en la disciplina Ciencia Ficción. Su novela Al Sur del río Grande ganó el Premio Municipal en el año 1987. Y en 1992 la Fundación Argentina para la Poesía le otorgó el Gran Premio de Honor. Tuvo tres hijos: Alberto, músico, Victoria, economista, y Luz, restauradora de arte. Su último trabajo fue como director de la Conabip (Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares). Murió en Buenos Aires en 1993.

lunes, 18 de abril de 2011

Vicente Zito Lema: “No imagino a un poeta llorando ante la muerte”









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urante el mes de abril, el ciclo literario organizado por la editorial Mil Botellas se dispuso a abordar la literatura desde otros terrenos. En el encuentro del jueves pasado, la presencia de Vicente Zito Lema permitió hablar de política, a veces más que de literatura, y de literatura, a veces más que de política.
Zito Lema dedicó la primera parte del encuentro a retratar su infancia y sobre todo, la formación religiosa, característica que acompañó a buena parte de los escritores de su generación, como Rodolfo Walsh o Haroldo Conti. “En la iglesia de mi barrio, hacían concursos de lectura de La Biblia, y yo solía concursar y ganar. Fueron mis primeros premios-recordó Zito Lema-. El premio era una canasta con fideos, lentejas, arroz. Era una forma de aportar a mi casa”. Con el tiempo, la misma gente de la Iglesia le prohibió participar ya que ganaba casi siempre que se presentaba. El legado religioso lo acompañó hasta que aparecieron las lecturas de Marx, nuevas amistades, y eso lo llevó por nuevos caminos políticos.
Como era de esperar, buena parte de la charla se dispuso a retratar los años en la dirección de la revista Crisis. “La clave de por qué la revista trascendió más que otras fue el momento político, la necesidad política, en la que apareció. Y por su apertura ideológica –explicó-. Bioy Casares, por ejemplo, nos llamaba para que le publiquemos un cuento. O mismo Borges. Pero lo todo lo hacíamos sin tirar a nuestras padres por la ventana”. Y luego recordó los encuentros con algunos de esos “padres”, con Julio Cortázar o Juan Carlos Onetti. “Nos juntábamos y nos quedábamos callados, escuchándolos”, agregó. A Eduardo Galeano, amigo y compañero de la redacción, le atribuyó buena parte de la identidad de la revista. “Él le aportaba un perfil latinoamericanista. El resto éramos muy porteños, y Eduardo siempre insistía con incluir autores del continente”, confesó Zito Lema. Así, la revista supo publicar adelantos o suplementos especiales de autores como Roa Bastos, García Márquez o el propio Onetti.
Su condición de poeta estuvo presente en todo momento en la charla. Desde afirmaciones como “Lautréamont es el punto de partido de la poesía de occidente” o una idea esperanzadora como “la belleza tendrá su lugar cuando haya justicia, y en ese momento, habrá una unión entre la belleza y la poesía”. Por eso, él se definió como poeta en la batalla, ante un momento político, como lo hicieron sus amigos Paco Urondo y Miguel Angel Bustos. O en una pelea contra la locura, desde el manicomio, como Jacobo Fijman, sobre el que escribió, entre otras cosas, la obra de teatro La piel del otro. En esa lucha poética, aclaró que “no me imagino a un poeta llorando ante la muerte”.
Vicente Zito Lema, se sabe, sigue al lado de las causas políticas intensas, años atrás como uno de los fundadores de la Universidad de las Madres, luego cercano a los movimientos piqueteros, y ahora, en un proyecto para abrir una universidad en la empresa recuperada IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas), en el barrio porteño de Almagro. “El próximo 5 de mayo comienzo a dar un seminario sobre la historia de los trabajadores en ese lugar, con la idea de que haya más actividades, y se de lugar a la universidad”. Luego pasó a describir el lugar donde se harán esas actividades: “todo lo hacemos nosotros. Las sillas, las paredes, las mesas, los mismos trabajadores de la empresa”, y luego de invitar al público a participar, advirtió, “no se asusten. Las sillas son buenas, de madera, no de plástico”.
Como despedida, leyó el poema “texto final”, dedicado a las Madres de Plaza de Mayo, de su libro Belleza en la barricada. Luego se dedicó a firmar ejemplares, ante un público que llenó el auditorio del Centro Cultural Islas Malvinas.
El ciclo continúa el jueves 28 de abril, en una charla sobre psicoanálisis y literatura, con la presencia del psicoanalista Enrique Acuña.

Ramón D. Tarruella
FOTO: ARCHIVO MIL BOTELLAS.
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 17 de abril de 2011.

lunes, 11 de abril de 2011

Adela Basch, para chicos y grandes













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esde el inicio Adela Basch se propuso arrancarle la solemnidad a todo momento juicioso que pudiera asomar en la charla. El encuentro se produjo a sala llena y con un público que se acercó al Centro Cultural Malvinas, esta vez poblado no sólo de jóvenes y adultos sino también de chicos, varios de ellos con el ejemplar de su libro favorito entre manos para llevarse una dedicatoria. Otros, con la sola idea de participar entre las preguntas y adivinanzas que surgieron del encuentro. Adela Basch comenzó dando una opinión alentadora en relación al panorama actual de la literatura infantil. Remarcó también, la idea de prestar suma atención a las nuevas generaciones “los chicos están despabilados”, dijo. Y comparó, “nosotros (los adultos) leemos cada vez menos, estamos muy apurados. No tenemos tiempo para nada y a veces nos parece que leer es una pérdida de tiempo. Los chicos, todo lo contrario; siempre están construyendo mundos”. Acerca de su formación e influencias expresó su admiración por la escritora y dramaturga argentina Griselda Gambaro. En el mismo sentido mencionó los títulos de algunos de sus libros de cabecera: los mitos y leyendas árabes de Las mil y una noches que a propósito ella definió como “un libro que me acompañó toda la vida, desde que mi padre lo leía de sobremesa”; Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll y la poesía de Oliverio Girondo que descubrió de adolescente. Adela Basch es hábil con el humor y la gracia cuando escribe pero también al emprender una lectura en voz alta, transmitiendo así el entusiasmo por la literatura. Un fragmento de Un nombre que asombre (2005) fue el libro elegido para representar en público. “El elenco” se integró por una de las dibujantes de sus libros que se encontraba entre el público, y por Ramón Tarruella, co-editor de la editorial Mil Botellas y moderador del encuentro. A esa lectura pública le siguieron chistes y adivinanzas, la interpretación de José de San Martín, caballero del principio al fin (2002) y la lectura del cuento “La verdadera enseñanza”, también de su autoría. Sobre su oficio y la literatura infantil en general dijo “como campo que no le interesa al establishment intelectual, sin embargo a mí me dio un espacio propicio”, recalcó, habiendo incluso estudiado la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Confesó que “en la universidad, la literatura infantil se ve como degenerada”. Y aconsejó, “creo que para llegar a una vida plena, hay que tener un contacto directo con la espontaneidad, con la vida. Es lo mismo que decir a la hora de ser lo que uno siente, cero solemnidad.” Revaloró el teatro y lo pensó como un género edificante en su formación, “hacer teatro fue una forma de zafar de la soledad de la escritura, porque el trabajo se vuelve colectivo en una adaptación”. De ahí que buena parte del catálogo de su propia editorial esté dedicado al teatro. Basch es fundadora de la editorial Abran Cancha y al respecto manifestó su conformidad por “la libertad de publicar lo que quiero, obras que creo imprescindibles y por fuera del mundo del marketing”. El próximo jueves 14 a las 19.30 hs, en el mes llamado Hojas en otoño, el ciclo continúa con la presencia del escritor y poeta Vicente Zito Lema.
Sofía Silva
FOTO: ARCHIVO MIL BOTELLAS

Nota publicada en el diario Diagonales del lunes 11 de abril de 2011.

PARA VER UN VIDEO DEL ENCUENTRO PULSE AQUÍ: http://s1113.photobucket.com/albums/k512/MILBOTELLAS/?action=view&current=MOV02504.mp4

domingo, 3 de abril de 2011

Marcelo Cohen: “los libros tienen un destino muy raro”


Con un tono de voz pausado que mantuvo a lo largo del encuentro del jueves pasado, Marcelo Cohen hizo un recorrido que lo llevó a recordar su infancia en una “casa de familia judía de clase media”, hasta sus días en España en pleno ocaso del régimen franquista. Y continuó hasta llegar a un presente que lo tiene “enamorado”, un presente de traductor y editor de la revista Otra parte.
Teniendo en claro la espontaneidad de las cosas, Cohen se consideró “autodidacta” desde que dejó la carrera de Letras en el segundo año. Por esa decisión reconoció que “al no tener el patrón que da la universidad leí tarde a autores como Kafka o Marcel Proust”. Sus primeras lecturas se ligaron a lo fantástico pero fue la literatura norteamericana la que le “dio un golpe tremendo”.
Acerca de los días en España, recordó su llegada a veinte días de la muerte del General Franco y un cuadro angustiante en el que “aludes de jóvenes doloridos por el exilio convivían con nostalgia y dolor en un mundo que afloraba con libertad”. Allí se reconoció “escindido” entre el dolor por lo que ocurría en Argentina y la búsqueda de nuevas formas de la lengua en Fontanares, una isla mediterránea.
En Barcelona, ciudad en la que vivió hasta 1996, fue redactor jefe del El viejo topo, revista a la que graficó como “un hervidero” en el que convivían tendencias diversas. La publicación, que llegó a vender 35.000 ejemplares, duró cinco años y culminó en un momento donde los paradigmas culturales cotidianos variaron: “el viejo topo quedó setentosa e identificada con cierta melancolía”, recordó.
De su oficio de traductor dijo que es “la mejor lectura que hay, donde se ve la superficie antes que el contenido”. Labor que desarrolla en editoriales españolas porque aquí en el país “se pagan miserias” y el mundo de la literatura “es mezquino”.
Consultado por el panorama actual opinó que “hay muchas ganas de reconstituir el desprestigiado realismo con novelas relacionadas al clima de época”. También ve “un acercamiento lateral a los setenta por parte de escritores muy buenos que no vivieron esa década y lo hacen de modo sintomático”.
Al retratar sus años en Barcelona, dedicó buena parte a elogiar al escritor español Juan Marsé: “Un hombre de barrio vuelto gran escritor y gran lector”, en referencia al autor de Últimas tardes con Teresa. Transcurridas dos horas de charla, Cohen dijo entre risas que “a esa altura había perdido lucidez”. Para despedirse, invitó a conocer la revista Otra parte, “un espacio de circulación de ideas donde las cosas tienden a suceder de otro modo que se edita tres veces al año”.
El ciclo organizado por la editorial Mil Botellas se reanuda el próximo jueves 7 de abril con la presencia de la escritora Adela Basch, en una mesa dedicada a la literatura infantil.
Mauro Basiuk
FOTO: ARCHIVO MILBOTELLAS.
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 3 de abril de 2011.