martes, 30 de septiembre de 2008

POETA DE UNA SOLA ESTACIÓN


Durante la charla, Arturo Carrera se mostró dispuesto a nombrar a diferentes poetas, tanto en honor a las influencias como para las obligadas citas. Casi como una pregunta obligada del ciclo de los jueves, al responder sobre las primeras lecturas, citó a Oliverio Girondo y Juan L. Ortiz. Quizás se pueda pensar como una síntesis de la poesía argentina. Uno, Girondo, porteño, excéntrico y en el centro de de las discusiones literarias de su época. El otro, Juanele, entrerriano y de una producción silenciosa, casi inadvertida en su momento.
Arturo Carrera parece situarse en el medio de esos caminos. Oriundo de Coronel Pringles, donde nació en 1948, pero viviendo en Buenos Aires desde mediados de la década del sesenta. Uno de los poetas más conocidos y que escribió la mayor parte de su obra durante los veranos, de regreso a Pringles. “El resto del año, junto ideas, recortó oraciones”, agregó.
En parte por las preguntas del público, en parte por las ganas de contar sus primeros pasos como poeta, Carrera se dedicó a reconstruir los días en su pueblo natal. Las primeras lecturas fueron en la biblioteca de Pringles, donde concurría con el escritor César Aira, un año menor que él. Allí nació la amistad con el novelista, que continúa hasta el presente. Tanto es así que han acordado un pacto: “ni él publicará un libro de poemas ni yo un libro de narrativa”, comentó, luego de confesar que conservaba una novela inédita y que nunca dejará de serla, sólo por respetar la palabra empeñada.
Cuando llegó a Buenos Aires, al tiempo conoció a Alejandra Pizarnik. “La visité en su departamento de la calle Montes de Oca. Le llevé un paquete de cigarrillos Gitane y un tortuguita en miniatura- recordó Carrera- Cuando vio el regalo, me dijo, ofendida, ‘así que pensás que soy una tortuga’”. En esos primeros años en Buenos Aires, también conoció a Oliverio Girondo y a Olga Orozco, quien por ese tiempo redactaba el horóscopo en el diario Clarín. “Me decía, yo tengo que llamarme Olga Horóscopo”, rememoró.
En 1973 llegó su primera publicación, Escrito con un nictógrafo, en un hecho que también involucró a Aira: “Yo me presenté a un concurso de poesía y gané, al mismo tiempo que Aira se presentó a un concurso de narrativa y también ganó”.
La obra de Arturo Carrera es elogiada tanto por Ricardo Piglia, Fogwill como por el mismo Aira. Y es uno de los pocos poetas que no deben pagar sus publicaciones. “Eso algún día debería cambiar, deberían aparecer buenas editoriales de poesía que se animen”, reclamó, sin demasiadas esperanzas que la situación cambie. Sin embargo, elogió a los nuevos poetas, destacando a Martín Rodríguez y su libro Paniagua.
Antes de terminar el encuentro, leyó un poema de su último libro, Las cuatro estaciones, y uno del polaco Rozeiwcz, un poeta que luego de Auschwitz se volcó a una poesía sencilla, sin ambiciones estilistas, a escribir versos que se entiendan.
La visita de Arturo Carrera cerró los encuentros del mes de septiembre, de donde participaron Fogwill y Martín Kohan. En octubre, el ciclo organizado por el Grupo Editor Mil Botellas, estará dedicado a la presentación de libros.

Ramón D. Tarruella
Diario Diagonales, domingo 18-09-2008.

Arturo Carrera

lunes, 22 de septiembre de 2008

"Me gusta la literatura que plantea cierta exigencia"

El jueves pasado, durante la charla que duró más de dos horas, Martín Kohan recurrió a definiciones claras, sin matices. Como escritor considera imprescindible arriesgarse al momento de narrar, al límite, incluso, de perder un lector. “Me gusta la literatura que plantea cierta exigencia. Distinto del arte de consumo, que elude las complejidades” sostuvo, reafirmando su propuesta literaria, afianzada en la pereza del relato y en lograr tensión en momentos, en apariencia, intrascendentes. Por eso, citó a la obra de Juan José Saer como una de sus principales influencias.
Entre los recursos literarios, Kohan destacó una búsqueda, la de retratar la eficacia del imaginario nacional y la figura del héroe argentino atravesado por el fracaso. Por eso la obstinación, a lo largo de sus obras ensayísticas, en personajes históricos como San Martín, Esteban Echeverría y Eva Perón. A la hora de hacer ficción, Kohan elige personajes anónimos en situaciones cotidianas, personajes que acatan a figuras poderosas, esenciales para la ejecución de los planes del Estado. Así se aprecia en su última novela Ciencias morales (2007), donde el escritor detiene su mirada sobre una preceptora del Colegio Nacional de Buenos Aires, que encuentra placer en la obediencia a la autoridad. Mientras que en Dos veces junio (2002), el protagonista es un chofer conscripto y al servicio de un médico, éste involucrado en las turbias labores de la ESMA. Confesó también, su cuenta pendiente con otra novela, Villa de Luis Gusmán, uno de los disparadores para escribir Dos veces junio.
Martín Kohan afirmó sentirse cómodo con los distintos géneros narrativos, optar por uno o por otro dependerá puramente del deseo de escribir, una actividad solitaria, en constante tensión con actividades socialmente aceptadas, que lo abstrae del vértigo de la rutina y de la vida misma.
Al referirse a la situación actual de la literatura, reflexionó sobre la poca relevancia que tienen hoy los escritores y los libros en la sociedad. Luego de acusar a las instituciones y su ineficacia para estimular la escritura, Kohan aconsejó que quién pretenda explorar el mundo literario, no necesita más que sentarse a leer y a escribir. “La escritura es uno de los pocos lugares donde se hace realmente lo que se tiene ganas”. Y agregó que la posibilidad de publicar, en su caso, no es un hecho determinante al momento de decidir el tiempo dedicado a la escritura.
Se consideró admirador de la poesía, nombres como Juan Gelman, Joaquín Gianuzzi y Arturo Carrera remiten a manifestaciones impensadas desde el lenguaje. Si bien se confesó distante del género, rescató el afán estético del poeta para construir un estilo. “Una palabra nunca da lo mismo que otra en la buena literatura”. Y aclaró, “en las novelas hechas para gustar a todos se eligen las palabras más esperadas”.
Sobre el final del encuentro Kohan eligió dos novelas para él deslumbrantes, Glosa de Juan José Saer y El sonido y la furia de William Faulkner. Y adelantó al público la temática de su próxima novela: un narrador enfrentado por el odio a su personaje, y donde también procura sumergirse en el registro de la novela paródica. Una novela que aún no tiene título, reconoció.
El ciclo Cuatro Ficciones, organizado por el Grupo Editor Mil Botellas, en el Centro Cultural Islas Malvinas, continúa el próximo jueves con la visita del poeta Arturo Carrera.

Ayelén Fiebelkorn y Sofía Silva
Diario Diagonales, lunes 22/09/08.


Javier Guiamet, Ramón D. Tarruella, Martín Kohan, Juan Manuel Bellini y Sofía Silva.

Abajo, Verónica Stedile y Estefanía Dubois

sábado, 13 de septiembre de 2008

miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL DÍA QUE APAGARON LA LUZ

El narrador, con corte de energía de por medio, despachó elogios y críticas por igual.

L
a presentación de Fogwill en el ciclo “Cuatro Ficciones”, el jueves 4, no fue solamente el típico despliegue de artillería pesada y polémica con la que acostumbra seducir el escritor sino que fueron dos horas de pura literatura, anécdotas y hasta un corte de luz imprevisto que no impidió que siguiera con sus amores y rechazos en el mundo literario, y que el público continuara sorprendiéndose y preguntando.
Entre otras cosas, se pudieron conocer los métodos de escritura de Fogwill “me levanto muy temprano a la mañana, tomo mi primer té verde, me siento en la computadora, termino de leer los mails y el diario, y según lo que veo que venía escribiendo, el material puede terminar en un libro de versos o en una novela”. Contó que la idea de su novela Los Pichiciegos se le ocurrió cuando en plena guerra de Malvinas su madre le dijo: “Nene, hundimos un barco” y recalcó que los escritores tienen una relación privilegiada con el lenguaje.
También describió el procedimiento de sus lecturas: “agarro páginas de los libros y los pego en otro lado”, como ejemplo mostró hojas recortadas de una revista de filosofía que reproducía una conferencia de Michel Foucault, donde entre otros intelectuales estaba presente Lacan, a quien Fogwill definió como un colado y un pedante.
Rescató la figura del escritor Miguel Briante “uno de los mayores narradores argentinos, un grande” y al poeta Héctor Viel Temperley, a quien conoció precisamente con Briante en una noche de copas en los años ochenta. Otros poetas elogiados fueron Martín Gamabarotta, Enrique Molina y Daniel Durán. También las obras de Borges, Poe y Saer.
En cuanto a la relación periodismo y literatura, señaló no conocer casos de periodistas consagrados que hayan dado el paso hacia la escritura de ficción con buenos resultados. Valoró el caso inverso, el de Rodolfo Walsh, “era respetado por los huevos que tenía, porque sus notas eran realmente fuertes. Pero en el panorama actual un tipo como Walsh hoy no sería publicado”.
Tuvo también tiempo para criticar a algunos escritores. Dijo de Tomás Eloy Martínez “¿quién tolera leer una novela de Martínez?”, de Sasturain “no es ni periodista ni escritor, gran tipo, encantador, pero él mismos sabe sus límites”, “Sergio Bizzio maneja mal los verbos”, “Enrique Pezzoni era un burócrata editorial”. La máxima tensión se produjo cuando se le preguntó por Ricardo Piglia. En ese momento el sistema eléctrico del Islas Malvinas no lo soportó y por varios minutos continuó la charla con la sala colmada pero a oscuras. Entonces, arrancó una detallada explicación de por qué no le gustaron las novelas de Piglia. A Respiración artificial la calificó de demasiado pretenciosa, de La ciudad ausente dijo que no entendía el título porque no había ni ciudad ni ausencia, que debería haberse llamado La máquina de Macedonio y que debería leerse como relatos breves más que como novela. De Plata quemada directamente dijo que se trataba de “una porquería, está escrita por un equipo profesional porque Piglia no pudo haber escrito ese libro, hay errores que él no puede desconocer”.
Cuando se le acercó una vela para que Fogwill pudiera leer dos de sus poemas, regresó la luz eléctrica. Comenzó con una parte de “El antes de los monstruito”, escrito en 1998 que contiene frases como “caparlo a Macri”, “fusilarlo a Menem”, e incluso cantó estrofas. También recitó su “Llamado por los malos poetas” del año 2002.
Las charlas del ciclo Cuatro Ficciones organizadas por el grupo editor Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas continúan el jueves 18 con la presencia de Martín Kohan y el jueves 25 con Arturo Carrera, quienes cuentan con el visto bueno de Fogwill que los elogió.

Juan Manuel Bellini
Diario Diagonales, Domingo 7 de septiembre de 2008.

Fogwill leyendo uno de sus poemas: ¨ El antes de los monstruitos¨, escrito en 1998.

martes, 9 de septiembre de 2008

En septiembre

Jueves literarios en el Malvinas. 19.30 horas.
Ciclo: Cuatro ficciones
Libros, charlas, debates, escritores.

Septiembre
Mano a mano con...

Jueves 4. Fogwill.

Jueves 18. Martín Kohan.


Jueves 25. Arturo Carrera.





Organiza: Grupo Editor Mil Botellas / mil_botellas@yahoo.com.ar

Centro Cultural Islas Malvinas. Calle 19 y 51.

Entrada libre y gratuita.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Conversaciones de rock

Babasónicos y Bersuit, dos de las bandas más populares de la escena actual del rock argentino, también pueden ser leídas. De las charlas con los integrantes de ambos grupos salieron los libros “Verborrea” escrito por el periodista venezolano Yumber Vera Rojas que se ocupa de la Bersuit y “Arrogante rock” de Roque Casciero que entrevistó a Babasónicos. Ambos periodistas se hicieron presentes el último jueves en el Centro Cultural Islas Malvinas para el cierre del mes dedicado a las biografías del ciclo Cuatro Ficciones. Es la segunda vez que dentro del ciclo se le da espacio al rock, en el mes de junio estuvieron presentes los músicos Francisco Bochatón, Gustavo Astarita y el periodista Gustavo Álvarez Núñez.
Como en todo libro dedicado a un grupo determinado, primaron las anécdotas. Vera Rojas contó que en la etapa previa a la consagración de la Bersuit, el líder de la banda, Gustavo Cordera, incitado por el periodista Enrique Symns, intentó apuñalar al Indio Solari en el bar Británico de San Telmo, mientras que Casciero relató que uno de los músicos regaló “Arrogante rock” a su padre no sin antes arrancarle las páginas que hablaban de su infancia y de sus primeras experiencias con drogas. Fueron precisamente los Babasónicos quienes más ejercieron presión sobre el autor del libro para que fueran quitadas historias que no querían dejar trascender, mientras que Cordera defendió que “Verborrea” se publicara tal cual lo escrito por Vera Rojas.
La letra de la canción “Yo anuncio” de los Babasónicos dice: “no quiero que me conozcan, prefiero que inventen”, conociendo este hermetismo de la banda, Casciero logró momentos de intimidad donde los músicos contaron sus relaciones familiares y se destacaron las opiniones del bajista Gabo que falleció un mes después de la edición del libro. Vera Rojas no solo realizó notas individuales sino que también logró una entrevista grupal entre todos los integrantes, pero a lo largo del libro, al igual que en el escenario, el que llevó la voz cantante fue Gustavo Cordera.
En la charla del jueves también hubo tiempo para hablar del estado actual del rock, así se señalaron críticas acerca de los recitales masivos como Cosquín Rock o Pepsi Rock que siempre presentan a las mismas bandas y que no le dan oportunidad al under. Vera Rojas y Casciero comentaron el carácter de culto de la ciudad de La Plata para el público de rock porteño, y destacaron a bandas como Él Mató a un Policía Motorizado, 107 Faunos, La Patrulla y Mister América.
Estas charlas literarias organizadas por el grupo editor Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas, continúan en septiembre con la presencia de escritores de la talla de Fogwill (jueves 4), Martín Kohan (jueves 18) y Arturo Carrera (jueves 25).
Juan Manuel Bellini
Diario Diagonales, martes 2 de septiembre de 2008.

Roque Casciero, Ramón Tarruella y Yumber Vera Rojas