Por unas horas el entrerriano Juan L. Ortíz fue protagonista de los jueves literarios que la editorial Mil Botellas organiza en el Centro Cultural Islas Malvinas. A modo de semblanza de la vida del poeta, se proyectaron los documentales La intemperie sin fin (1977/1978) de Juan José Gorasurreta y La orilla que se abisma (2008) de Gustavo Fontán.
Las imágenes de Gorasurreta recobran el andar lento y la silueta espigada de Juanele rondando las orillas del río Paraná. O bien, aparece sentado en la galería de su casa con un libro entremanos, y otros tantos amontonados en rincones y estanterías. Se lo ve leyendo algún artículo acerca del norteamericano Ezra Pound; fumando tabaco en boquillas alargadas de caña de bambú, o tomando mate en momentos de ocio y contemplación, con sus gatos escoltándolo siempre. Imágenes cotidianas que son acompañadas por la voz en off del poeta, recitando de memoria algunos de sus poemas.
Es notable ver cómo arte y vida, en Juan L. Ortíz, resultan una misma cosa. Ese entorno mostrado en La intemperie sin fin cobró forma en su poética desde el primer libro El agua y la noche (1933).
Las imágenes permiten entrever aquella espiritualidad que impregna su poesía. Todas ellas transitan un paisaje de provincia, lejos de los tiempos de las grandes ciudades, en el lugar que Juanele eligió para vivir.
Como escenario central del documental se filma su casa en Paraná, provincia de Entre Ríos, donde vivió los últimos años junto a su compañera Gerarda Irazusta. Esa casa funcionó como una especie de faro tierra adentro para la generación del cincuenta y sesenta de la literatura argentina. Amigos entrañables del poeta, y jóvenes escritores como lo era en ese momento el santafesino Juan José Saer, peregrinaban hasta allí para escucharlo hablar de literatura, en señal de respeto y admiración.
OTRA MIRADA. En La orilla que se abisma (2008) , largometraje que lleva el nombre de uno de los últimos libros escritos por Ortíz en la década del setenta, por el contrario, no se aferra a un lugar preciso sino que, a la manera de un viaje, la cámara se mueve por distintos escenarios de Entre Ríos; con imágenes que muestran los ramajes a orillas del río, los canoeros que lo habitan, el sonido del agua circulando, las tonalidades opuestas que cobra un escenario de agua tras las luces y sombras del día. Un documental que pone foco el mundo natural que inspiró a Juan L. Ortíz, y sobre todo, en los enigmas del paisaje litoraleño.
El jueves 23 de junio, el ciclo Ciclo Cuatro Ficciones continúa con un encuentro de poetas de Berisso. Se espera la presencia de Griselda Eustratenko, Héctor Ghidini y Víctor Hugo Valledor desde la ciudad vecina.
Sofía Silva
Fotos de la proyección La intemperie sin fin: ARCHIVO MILBOTELLAS
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 12 de junio de 2011.
Las imágenes de Gorasurreta recobran el andar lento y la silueta espigada de Juanele rondando las orillas del río Paraná. O bien, aparece sentado en la galería de su casa con un libro entremanos, y otros tantos amontonados en rincones y estanterías. Se lo ve leyendo algún artículo acerca del norteamericano Ezra Pound; fumando tabaco en boquillas alargadas de caña de bambú, o tomando mate en momentos de ocio y contemplación, con sus gatos escoltándolo siempre. Imágenes cotidianas que son acompañadas por la voz en off del poeta, recitando de memoria algunos de sus poemas.
Es notable ver cómo arte y vida, en Juan L. Ortíz, resultan una misma cosa. Ese entorno mostrado en La intemperie sin fin cobró forma en su poética desde el primer libro El agua y la noche (1933).
Las imágenes permiten entrever aquella espiritualidad que impregna su poesía. Todas ellas transitan un paisaje de provincia, lejos de los tiempos de las grandes ciudades, en el lugar que Juanele eligió para vivir.
Como escenario central del documental se filma su casa en Paraná, provincia de Entre Ríos, donde vivió los últimos años junto a su compañera Gerarda Irazusta. Esa casa funcionó como una especie de faro tierra adentro para la generación del cincuenta y sesenta de la literatura argentina. Amigos entrañables del poeta, y jóvenes escritores como lo era en ese momento el santafesino Juan José Saer, peregrinaban hasta allí para escucharlo hablar de literatura, en señal de respeto y admiración.
OTRA MIRADA. En La orilla que se abisma (2008) , largometraje que lleva el nombre de uno de los últimos libros escritos por Ortíz en la década del setenta, por el contrario, no se aferra a un lugar preciso sino que, a la manera de un viaje, la cámara se mueve por distintos escenarios de Entre Ríos; con imágenes que muestran los ramajes a orillas del río, los canoeros que lo habitan, el sonido del agua circulando, las tonalidades opuestas que cobra un escenario de agua tras las luces y sombras del día. Un documental que pone foco el mundo natural que inspiró a Juan L. Ortíz, y sobre todo, en los enigmas del paisaje litoraleño.
El jueves 23 de junio, el ciclo Ciclo Cuatro Ficciones continúa con un encuentro de poetas de Berisso. Se espera la presencia de Griselda Eustratenko, Héctor Ghidini y Víctor Hugo Valledor desde la ciudad vecina.
Sofía Silva
Fotos de la proyección La intemperie sin fin: ARCHIVO MILBOTELLAS
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 12 de junio de 2011.
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