domingo, 17 de noviembre de 2013

Los cuentos de Aparicio desafían todo horizonte

Ramón Tarruella, uno de los editores que lleva el timón de la editorial platense Mil Botellas desde hace siete años. Antes de desempeñar ese rol decisor era sólo un lector apasionado que atesoraba libros en su biblioteca. Entre sus favoritos estaban los textos de una colección de Legasa, de los años 80, que rescataba a ciertos autores, relevantes aunque casi desconocidos. Un día, en una librería de Buenos Aires, encontró “Sombras del fondo”, de Carlos Hugo Aparicio, en una edición de Legasa que reunía, además, otro de sus libros de relatos, “Los bultos”. “El libro costaba dos pesos. Todavía tengo el precio estampado en la primera página -le contó Tarruella a El Tribuno-. Recuerdo que lo dejé un tiempo en mi biblioteca, durmiendo. Mucho después lo leí y me impactó muchísimo el primer cuento, "Los bultos'. Aparicio lograba recrear un mundo propio y realista, pero con ciertos desplazamientos hacia lo absurdo. Me encantó. Así que a principios de este año nos propusimos contactar a Aparicio, a sus parientes, con la idea de reeditarlo”. Y el proyecto se concretó. Mil Botellas presentó ayer en Salta la nueva edición de “Sombras del fondo” que, al igual que aquel viejo volumen de Legasa que Tarruella conserva en su biblioteca, también suma cuentos de “Los bultos”. Diez relatos en total, con el inconfundible pulso y la hondura existencial del escritor que nació en La Quiaca y le apostó al día a día en Salta. La reedición de Mil Botellas fue presentada por el escritor salteño Víctor Fernández Esteban y el editor Ramón Tarruella, y en la sala estuvo presente el autor, don Carlos. El acto se desarrolló en la Casa de la Cultura, en el marco de Salta Expo Libros. ¿Pero qué fue lo que más impactó a Tarruella lector y editor de los textos de Aparicio? “Por un lado, su lenguaje coloquial capaz de reproducir imaginarios e ilusiones truncas de personajes que andan por los márgenes. En este sentido, los relatos de Aparicio se hallan emparentados con la cuentística de Zuhair Jury, Daniel Moyano y Héctor Tizón. La particularidad es el tono vanguardista, la forma de empalmar los diálogos, el uso de la puntuación, la forma literal de hacer hablar a sus personajes. Creo que allí se nota la influencia de William Faulkner. Y ese rasgo rupturista es propio de Aparicio. Se trata de un auténtico estilista”, subrayó. Y ahondó aún más en su pormenorizado análisis literario: “Las tramas de Aparicio son oscilantes. Una preocupación que parece trivial en los personajes puede transformarse en una inmensa angustia. Nunca se sabe bien hacia dónde rumbean sus historias, y eso hace a su literatura contemporánea, siempre renovada”. Lo que le pasó a Tarruella con la obra de don Carlos (esa insondable necesidad de compartirla) tiene antecedentes. La primera novela de Aparicio, “Trenes del sur” (1988), se editó en Francia gracias a la iniciativa de una catedrática de la Universidad de Toulouse, Geneviéve Despinoy, quien se doctoró con un análisis de esta obra. El realizador salteño Alejandro Arroz, por su parte, llevó la obra de Aparicio al lenguaje cinematográfico. En 2007 estrenó el largometraje “Luz de invierno”, y en 2013 la serie de ficción “Historias de la orilla”, para la televisión digital abierta. Ambos trabajos están basados en cuentos de don Carlos. En el caso de la editorial Mil Botellas, cuya consigna es difundir la literatura “donde hay trabajo, dedicación y estilo”, publicar a Aparicio significó sumar una joya más a su selecta lista de ediciones y reediciones. “La gran literatura nacional viene de las provincias: Horacio Quiroga, Saer, Tizón, Di Benedetto. Y también del interior de la provincia de Buenos Aires: Abelardo Castillo, Miguel Briante, Enrique Wernicke. El interior, en este país unitario y con fuerte tono porteño, se debe hacer un lugar a los gritos, necesita hacerse escuchar porque provoca y conmueve. Eso se nota, cada vez con mayor intensidad”, concluyó el editor platense.
Ramón Tarruella y el autor, Carlos Hugo Aparicio

Nota publicada en la sección de Espectáculos del diario El tribuno de Salta, el sábado 16 de noviembre de 2013.

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