Emitido el domingo 30 de marzo en "Muy Bueno el Programa" de Radio Nacional (AM 870), con la conducción Julia Bowland y Gustavo Lema.
Lejos de lo que podía imaginarse, la feroz concentración de las grandes editoriales del mundo –en estos días Random House compró Alfaguara y se convierte en un pulpo difícil de asimilar- no provocó la desaparición de las editoras independientes. Muy por el contrario, en nuestro país florecen pequeños emprendimientos que resisten con cierto orgullo. No solo promueven las obras de autores locales sino que rescatan del olvido viejas glorias de las letras nacionales.
Este es el caso de Mil Botellas, creada y dirigida por Ramón Tarruella y Sofía Silva, con sede en La Plata. Bah, sede es un poco mucho decir. “Lo hacemos todo en casa”, dice Ramón –joven escritor y licenciado en historia, nacido en Quilmes y residente en La Plata- “y ahora que Sofía tuvo un bebé estamos todavía más ajustados de espacio”. A pulmón, Mil botellas decidió reeditar a aquellos autores injustamente relegados, cuyos libros ya no se encuentran ni en las mesas de saldo. Entre ellos, Rafael Barret con sus “Cuentos Breves”. Barret nació en España en 1876 y desembarcó en Buenos Aires en 1903 para convertirse en uno de los más exquisitos cronistas de la época. Denunció la esclavitud en los yerbatales, fue detenido, torturado y deportado a Montevideo. Jorge Luis Borges le escribía a un amigo: “Ya que tratamos de temas literarios te pregunto si no conoces a un gran escritor, Rafael Barrett, espíritu libre y audaz”. En tanto, Abelardo Castillo sentenciará de manera definitiva: “Barrett estuvo entre nosotros seis años. En el relámpago de ese tiempo se hizo revolucionario, escribió una docena de libros imborrables y fundó una literatura y una ética. Murió en 1910, a los 34 años, edad en que otros escritores empiezan a pensar qué harán de sus palabras o su vida”.
Otro rescate imprescindible de Mil Botellas es Bernardo Kordon. Faro de la literatura nacional, heredero de la mejor tradición de aguasfuertes porteñas, “Alias Gardelito”, hoy en las librerías nuevamente, es una magnífica pintura de época. Su personaje, Tamborini, un embaucador simpático y seductor que está dispuesto con pequeñas mentiras conseguir una buena vida en la gran ciudad, vive en un universo existencial que bien podría toparse con Pedro Gauna, de “El sueño de los héroes” de Bioy Casares, o con el Erdosain de Arlt. Kordon, sin embargo, se reconoce discípulo de Borges. Para él también el verdadero drama es comprender que la verdad es una quimera. Sueño y realidad forman parte del mismo escenario.
Bernardo Kordon murió en el 2002, solo, en un geriátrico de Chile. Por entonces, la revista Sudestada publicó un artículo bajo el título: “El hombre que murió dos veces”. Relataba el descubrimiento en una mesa de saldo de un libro de Kordon por parte de un lector que lo leyó y quedó tan fascinado que quiso leer toda su obra. No tuvo suerte, eran los noventa y los libreros le decían que estaba agotado y que Kordon había muerto. Un día un amigo lo llamó para darle la noticia en el 2002: Murió tu autor preferido. “Cómo, no había ya muerto?”. No. Simplemente se había ido en 1998, acaso hastiado por la mediocridad del país, a pasar sus últimos años en Chile. La nueva edición de “Alias Gardelito” cuenta, además, con un excelente prólogo de Germán García que recorre su obra y reflexiona sobre el carácter judío de Kordon, a partir de ese dato revela también el vínculo entre el tango y los judíos porteños. Imperdible.
Mil botellas edita también autores contemporáneos como Carlos Aparicio –narrador nacido en 1935 en La Quiaca- autor de “Sombra del Fondo y otros cuentos” que se está distribuyendo en estos días en las mejores librerías.
Mención especial para la novela del director de la editorial, Ramón Tarruella, “Balbuceos (de noviembre)” que retoma esta tradición literaria de personajes en los márgenes aunque su geografía es La Plata y alrededores. El protagonista trata de recomponer su vida luego del suicidio de un amigo con quien pretendían escribir una novela pop. Aquí no hay tugurios ni pensiones ni piringundines. Estamos en el siglo veintiuno y el paisaje incluye cybers y cableríos varios pero el trasfondo existencial no difiere demasiado del de sus autores preferidos, que están mencionados en el relato.
Pueden encontrar toda la información sobre esta editorial en su blog: www.milbotellas.blogspot.com
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