El jueves pasado se cerró el ciclo del mes de agosto, Dos palabras, encuentro entre dos escritores, esta vez, con un reencuentro entre dos amigos: Daniel Guebel y Miguel Russo. Se conocieron en los tiempos de la secundaria en que aún atesoraban sus primeros escritos, y ninguno de los dos todavía se decía escritor.
Las primeras charlas entre los dos futuros escritores, siendo compañeros de la escuela, no fueron sobre literatura. Optaban por conversaciones más afines a “la pelea Trotsky- Lenin”, sintetizó Miguel Russo, más que por compartir el dilema de sí leer o no a los clásicos que Guebel devoraba al fondo de la clase, siempre en silencio. Russo también recordó las lecturas de los cuentos del escritor riojano Daniel Moyano, gracias a una profesora de Literatura.Una cercanía notable mostraron durante el encuentro, por la naturalidad en que intercambiaron opiniones, anécdotas y sus mismas diferencias.
La charla entonces osciló entre reflexiones sobre la narrativa actual, como por ejemplo, el panorama del mercado editorial, para Guebel “el nicho de la literatura comercial argentina”. Miguel Russo por su parte, evalúo la figura del editor que exige y a la vez imita, la estética vertiginosa de los filmes comerciales. De un editor que privilegia las ventas en lugar de la calidad de la obra: “hoy, la literatura se tiñe de cine, hasta la que no quiere”, concluyó el director del diario Diagonales.
“El arte de conseguir lectores es muy distinto al arte de escribir obras maestras”, siguió Guebel, que sin embargo, contrario a sus gustos, reveló curiosidad por recorrer de punta a punta obras como las de Federico Andahazi para investigar “cómo trabaja alguien que quiere ser un escritor comercial profesional”.
Acerca del oficio del escritor, y el trabajo que implica llegar a la versión definitiva de una obra, Russo respondió que para él, no existe un método, y que su labor es muy personal: “a Babel la tuve durante más de veinte años en la cabeza antes de escribirla”. Guebel prefirió exponer su “teoría de la corrección”, y considerar, ese trabajo como “un mal innecesario”. El autor de Derrumbe y La perla del emperador, se ubicó entonces hacia el perfil del escritor que con el tiempo termina por ser más frondoso, “que el parco o escaso de escritura que tiene como valor la corrección”, y agregó: “en el Aleph, Borges, yo creo que no tuvo alguien que lo corrigiera”.
Desde el público llegó la pregunta de si aún creen en el compromiso social del escritor, tal como pregonaba Jean Paul Sartre, y del posible cambio social desde la literatura. Cambio que Guebel creyó posible, mientras que Russo dijo, “yo no creo que un libro le cambie la vida a nadie”, y continuó a modo de conclusión, que cada vez que dice o escucha decir esta frase a otro, “hay una indignación en los verdaderos lectores, porque a ellos, sí les cambió la vida haber leído”.
Para Miguel Russo, nombres como Andrés Rivera a quien “debo un agradecimiento en vida por todo lo que me enseñó”, y Juan José Saer, con el que compartió el editor Alberto Díaz, fueron citados como autores referenciales. Daniel Guebel confesó la sombra del escritor César Aira en su obra, y cuánto lo admiraba. Y de paso reveló el argumento de su próxima novela, donde Aira se convierte en el personaje principal a leer entre líneas.
Hacia el final del encuentro, y en sintonía con el público, Daniel Guebel que actualmente trabaja como editor de libros de investigación periodística, y Miguel Russo, dedicado de lleno al periodismo en los últimos años, se interesaron por definir las fronteras entre el género periodístico y de ficción.
El ciclo Cuatro Ficciones inaugura el próximo jueves a las 19.30 hs. el mes de septiembre dedicado a la poesía, con la presencia de los poetas Jorge Boccanera y Eugenio Mandrini.
Sofía Silva
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