domingo, 29 de mayo de 2011

"FAVIO ES EL MEJOR EMBAJADOR DE LA CULTURA ARGENTINA"










José Ludovico y Edgardo Nieva luego de la charla

Innumerables anécdotas se escucharon el pasado jueves en el Centro Cultural Islas Malvinas, en el homenaje a uno de los más grandes cineastas nacionales, Leonardo Favio. Durante cerca de dos horas José Ludovico y Edgardo Nieva compartieron con el público sus vivencias sobre Favio, en un intento por retratarlo.
José Ludovico es integrante de “La nave de los sueños”, asociación cultural que publicó el libro La memoria de los ojos – Filmografía completa de Leonardo Favio (2011) (Más info...: http://filmografiadefavio.blogspot.com/). En dicho libro, críticos de cine y escritores nacidos en la década del setenta hicieron un recorrido por cada una de sus películas, incluyendo El amigo (1960), su primer cortometraje, que se proyectó el jueves pasado. Según Ludovico, la idea era obtener una mirada distinta de la obra de Favio, que siempre está renovándose a través de cada nueva generación que lo retoma.
Engalanado como en sus mejores épocas, Edgardo Nieva, tuvo brillo propio. El actor, recordado por su labor protagónico en Gatica, el mono (1993), deleitó a los presentes contando sus aventuras, y por qué no desventuras, junto a Favio. Imposible evitar, a veces, que la ficción se imponga a la realidad. “De ahora en más tu cara será la de Gatica para la eternidad”, le había profetizado Favio al confirmarlo como protagonista. Pocos podrán negar la validez de esta afirmación
La obsesión, el miedo, la sencillez, el divismo, la melancolía. La lista podría seguir, inagotable, y todas serían insuficientes y todas describirían un aspecto de alguien que fue capaz de “transformar la humanidad en poesía”, como dijo Ludovico. Alguien único, “el embajador de la cultura argentina, porque es el que mejor nos cuenta”, según palabras de Nieva.
Tanto Ludovico como Nieva hicieron hincapié en la capacidad del director de Juan Moreira (1973) para fotografiar la realidad pero dándole un “vuelo” que no le da el resto. Afirmando que para mostrar la realidad hay que salirse de esa realidad, criticaron a cierto sector del cine nacional que no cumple con esta premisa.
“El cine como fenómeno social tiene una clase, y el mejor cine se da cuando se logra salir de esa clase”, dijo Nieva, resaltando el hecho de que Favio fue un autodidacta, alguien que irrumpió desde la nada, debiendo solventar gran parte de sus películas a través de su carrera como músico.
Correr a escobazos a unas gallinas y acusarlas de atentar contra el cine nacional; derribar la pared de una casa en ausencia de su dueño; desechar una invitación al mejor restaurante y aceptar gustoso la del portero del edificio porque le contaba cosas lindas. Todo era válido en el mundo de Favio, todo contaba en su incesante necesidad de contar su aldea, para ser un verdadero artista a tiempo completo, un artista universal.
De este modo, el ciclo Cuatro Ficciones cierra el mes de mayo dedicado a homenajear a grandes artistas. Junio será el mes de la poesía. El próximo jueves 2 participarán Santiago Featherston, Dulce María Pallero y María Eugenia López, jóvenes representantes de la “nueva poesía platense”.

Emmanuel Burgueño
FOTO: ARCHIVO MIL BOTELLAS
Nota publicada en el diario Diagonales el domingo 29 de mayo de 2011.

domingo, 22 de mayo de 2011

MILBOTELLAS EN LA FERIA DEL LIBRO DE HURLINGHAM



3ª Feria del Libro de Hurlingham
Hurlingham, Provincia de Buenos Aires
Organizada por la Municipalidad de Hurlingham

Del 25 al 29 de mayo
Estadio Municipal, Pedro Díaz 1550, Hurlingham

LOS MUCHOS QUE NO OLVIDAN



De pie: Noé Jitrik. Sentados: Mario Trejo y Brascó.
La verdad de la poesía es la amistad de los poetas”, dijo, alguna vez, Alberto Vanasco y esa verdad entrañable se evidenció el jueves pasado en el Centro Cultural Islas Malvinas. La presentación de Los muchos que no viven, novela reeditada por la Editorial Mil Botellas, contó con la presencia de Miguel Brascó, Noé Jitrik y el poeta Mario Trejo, quienes recordaron a Alberto Vanasco, el amigo común ausente desde 1993.
Brascó, dibujante de la tapa original del libro del año 1964, reconoció que “es difícil hablar en público de Alberto ya que es una cuestión íntima” y lo recordó como “un hombre de otra dimensión con una profundidad y una probidad que no se olvidan”. Según la descripción hecha por su ilustrador, el dibujo que acompaña también la edición de la editorial Mil Botellas muestra a Vanasco “con la cara preocupada y una sonrisa permanente que no llegaba a ser piadosa”. En tanto que la curvatura del labio superior, es “la curvatura de su alma provinciana”. El gesto sarcástico del autor de Sin embargo Juan vivía fue muy destacado por los exponentes.
También se evocó el departamento de Mario Trejo, una “patria chica” con discos de jazz moderno y libros de Thomas Elliot en pleno centro de Capital Federal, en el que se reunían en la década del cincuenta. Momento mágico e intenso de una vida donde “vivíamos en una especie de nube, de fiesta constante”, describió Noé Jitrik.
Fue su compañero en Zona, grupo que publicó Los muchos que no viven, quien consideró como “imposible separar la obra de la persona”. Sobre la novela reeditada, escrita en primera persona y en la cual “el cuerpo actúa como un filtro de lo que está viendo”, dijo que “muestra una pintura del momento cultural de nuestro país donde se insinuaban otras voces a las ya conocidas por entonces”.
Finalmente Mario Trejo, autor del prólogo, trajo el recuerdo de los pasillos del Colegio Nacional cuando “a los quince años jugábamos a la literatura”. “Entre nosotros había un culto de la amistad que se olía. Vanasco fue mi amigo y decir eso no es ninguna broma”, concluyó provocando el aplauso sentido del auditorio.
Fue el cierre de un encuentro que Ramón Tarruella y Sofia Silva, integrantes de la editorial, definieron como un evento literario, mostrándose conformes dado que Los muchos que no viven (Mil Botellas, 2011) es un libro “que hace rato buscábamos reeditar”. Además de contemplar un auditorio lleno.
El ciclo Cuatro Ficciones cierra el mes de mayo el próximo jueves 26 homenajeando a Leonardo Favio con la presencia de los realizadores del libro La memoria en los ojos.

Mauro Basiuk

Foto: Ramiro Galeliano.
Nota publicada el domingo 22 de mayo de 2011 en el diario Diagonales.



sábado, 14 de mayo de 2011

NOVEDAD EDITORIAL


El jueves 19 de mayo se editará una nueva novela: Los muchos que no viven de Alberto Vanasco, una novela que publicó en vida por la editorial Zona en 1964, y que este año se incluirá en el catálogo de Mil Botellas.
La ilustración de tapa pertenece a Miguel Brascó; dibujante, crítico y amigo del autor. Y el prólogo, que celebra el doble rescate, de escritor y obra, a Mario Trejo, otro poeta y entrañable amigo.

Esta novela es una novela sobre los años cincuenta,
sobre Buenos Aires en los años cincuenta.
Muestra las carencias de nuestro país,
la desolación y la frustación de muchos de los que
sí vivíamos. Todo era negación y dificultad.
Pero Vanasco lo expresa con un humor que se
desliza, marcando lo absurdo y lo ridículo que,
al fin, es todo. Con escenas que parecen sacadas
de una película, presenta una vida,
la de una generación y la de sus amigos.
Mario Trejo.

domingo, 8 de mayo de 2011

Homenaje a Rodolfo Walsh. Literatura - periodismo y viceversa

Enrique Arrosagaray y Elsa Drucaroff

La semana pasada en el marco de los jueves literarios que organiza la editorial Mil Botellas, en el Centro Cultural Islas Malvinas, comenzó el mes dedicado a homenajear a importantes personalidades de la literatura y otras artes. El nombre Rodolfo Walsh convocó esta vez a la escritora y docente Elsa Drucaroff y al periodista Enrique Arrosagaray. Ambos se encargaron de que en la evocación no se escapara ni el escritor ni el periodista, mucho menos el político, que habita en la figura de Walsh.
Elsa Drucaroff, autora de la novela El último caso de Rodolfo Walsh (2010) se refirió al camino recorrido a la hora de elegirlo como personaje principal del libro. A partir del trabajo con la “Carta a mis amigos”, donde Walsh escribe sobre la muerte de su hija María Victoria como militante de Montoneros, Drucaroff explicó que dio con dos puntos de interés: uno “el hecho de saber a un hombre solo y en la clandestinidad que prende la radio y escucha la noticia de la muerte de su hija” y otro, “la situación de Victoria riéndose a carcajadas ante la ráfaga de una ametralladora, y la de Walsh, como dice en aquella carta, tratando de comprender esa risa”. “Sentí que allí había una historia que contar”, manifestó la autora.
Para Enrique Arrosagaray la lectura de ¿Quién mató a Rosendo? (1968) le despertó una especial curiosidad por el escenario de la confitería La Real de Avellaneda, donde Walsh investiga la muerte del dirigente y obrero de la UOM Rosendo García. Escenario que lo llevó a un interés compartido por la personalidad de Rosendo, y los hermanos Villaflor, testigos del hecho. Y de ahí, a seguirle los rastros a la familia Villaflor, “yo me propuse investigar y escribir, con atrevimiento, aquello que faltaba en el libro, lo colateral que podría haber escrito Walsh”, dijo el autor de Los Villaflor de Avellaneda (1993).
Walsh: ¿periodista o narrador? Luego, la charla se introdujo en este dilema. Según Arrosagaray, el costado del periodista primó sobre el del escritor. Destacó el reconocimiento y la envergadura que tuvieron sus libros de investigación, Operación Masacre (1957) entre ellos. Y definió a Walsh como “un periodista de largo aliento”, debido a su afinidad por el trabajo que requiere dilatados períodos de investigación, por "el alcance de una profundidad mayor que el correr de la noticia día a día no permite”, explicó.
Para Elsa Drucaroff en cambio, “Walsh fue un escritor” y puso el ojo en aquellos elementos de ficción que sobresalen en sus libros de investigación. Si bien, “no son libros de ficción, utilizan muchos procedimientos del oficio literario como el trabajo con el suspenso, la construcción de personajes, las sutilezas, lo no dicho”. Opinó, “el problema es que Walsh escribió muy poca ficción, eligió la militancia más allá de su gran trabajo con la literatura”.
Los cuentos “Esa Mujer” y “Nota al pie” fueron los destacados por Elsa Drucaroff. A este último, dedicó buena parte de la charla para analizarlo en detalle, y subrayó, “el gesto de independencia de Walsh al escribir con formas vanguardistas que nada tenían que ver con el realismo socialista pretendido en el momento”. Además al reflexionar sobre su clara preocupación estética Drucaroff dijo, “fue realmente un escritor de la generación del sesenta”.
Enrique Arrosagaray agregó otro cuento más a la lista de preferidos: “La mujer prohibida”, un cuento breve y poco conocido que descubrió “hojeando el diario La Unión de Lomas de Zamora”. En tanto la escritura de buena parte de su narrativa, la situó luego de haber vivido y trabajado en La Habana porque “si bien Walsh vuelve siendo un hombre de izquierda de su primer viaje a Cuba, como él afirma, trajo consigo un gran fastidio y desencanto por la política”. Y sobre todo, “por la Unión Soviética que ordenaba a los PC del mundo lo que debían hacer”, dijo el autor de Rodolfo Walsh en Cuba (2004).
La charla desandó entonces los pasos por la isla. Enrique Arrosagaray contó su experiencia de entrevistar a numerosos periodistas que compartieron con Walsh el trabajo en la redacción de la Agencia Prensa Latina y destacó el respeto que muchos cubanos aún le tienen. Tal relato dio lugar también, a una anécdota con el Che Guevara en que éste elogia con creces la escritura de uno de sus artículos periodísticos.
Por último, Enrique Arrosagaray planteó el interés de Walsh en “descubrir las claves que usaba la CIA para mandar mensajes secretos desde Guatemala -donde se entrenaba el ejército que atacaría a Cuba- hacia Washington”. Una extraña inclinación que tanto desde la mesa como del público, se atribuyó al conocimiento que Walsh tenía de otro idioma, el inglés, el entusiasmo por el juego de ajedrez, las novelas policiales y sobre todo, a su vasta curiosidad.
El próximo jueves 12 a las 19.30hs., continúa el mes de mayo llamado “Para ellos, la eternidad”, con un homenaje al escritor Manuel Puig. Graciela Goldchuk y Giselle Rodas serán las invitadas.

Sofía Silva
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 8 de mayo de 2011.

CRÉDITO DE FOTO: MILBOTELLAS

martes, 3 de mayo de 2011

Enrique Acuña: “El poeta le lleva la delantera al analista”


Con la mesa sobre psicoanálisis y literatura se cerró el mes de abril del ciclo llamado Hojas en otoño. Durante casi una hora y media, el psicoanalista y escritor Enrique Acuña, de reconocida trayectoria, dialogó con el público sobre su experiencia acerca de las relaciones (a veces difíciles) entre la creación y el inconsciente.
Autor de Resonancia y silencio. El psicoanálisis y otras poéticas (Edulp, 2009), durante la charla se tocaron muchos temas que se abordan en su libro. Poniendo en práctica la teoría del iceberg planteada por Hemingway, Acuña tiró puntas de interesantes conceptos y teorías que permanecieron “resonando” en el auditorio. Por la complejidad o especificad, algunos temas encendieron chispas que un espectador activo no durará de buscar en el libro citado.
Respondiendo a la pregunta acerca de la relación entre psicoanálisis y literatura, el autor observó que la cuestión no es tan fácil de argumentar, más teniendo en cuenta que muchas veces, se la plantea también “al psicoanálisis frente a la literatura”. Malos entendidos, errores de práctica y cuestiones de procedimientos contribuyen a este fenómeno.
En lo que a deudas y préstamos respecta, Acuña parafraseó a Jacques Lacan y dijo: “El poeta le lleva la delantera al analista”. El psicoanalista francés había dicho esta frase en un homenaje a su compatriota, la escritora Marguerite Duras; entre otras cosas, Lacan decía que la novelista había realizado en sus obras, operaciones de lenguaje que él trataba de explicar a través de la lingüística y distintos autores teóricos.
En la misma línea, pueden marcarse una línea de influencias en la obra de Sigmund Freud, que iría de los griegos a Dostoievsky, pasando por Shakespeare, Nietzsche, Schöpenhauer, entre otros.
Sobre la influencia opuesta, es decir, del psicoanálisis a la literatura, Acuña citó su ensayo “Problemas de la melancolía en Alejandra Pizarnik”. Se trata de un texto polémico en donde se habla de cómo la herencia del surrealismo se convirtió en una versión en donde la poesía tenía que realizarse con la biografía. El “hay que escribir como se vive”, ponía hincapié en una escritura de la mente, del ser del individuo en su obra. “Pizarnik es un sacrificio de la época”, concluyó Acuña.
Lo anterior está relacionado con un abuso de aplicar el psicoanálisis a las vidas literarias y no a las obras. “Se buscaba en la vida del autor motivos para explicar por qué el tema elegido era tal o cual”, expresó.
Acuña también habló del problema de pensar el psicoanálisis como una narratología. El cuéntame tu vida, el pensar que se puede historizar todo y la idea de recuperar el pasado, generan rechazo porque mucha gente lo ve como algo parecido a la literatura del yo: “el buen cuento autobiográfico”.
“Lo interesante es ver el inconsciente como un tiempo, y no un tiempo narratológico, hay un corte, un agujero, el inconsciente aparece donde no hay palabra”, dijo Acuña, afirmando que “el inconsciente es el punto de escansión temporal, el punto donde el individuo se cierra”.
Para finalizar el autor habló de su actividad como escritor, y dijo ser muy respetuoso a la hora de cambiar el traje de analista por el de autor de ficción. Muchos de sus poemas publicados debieron superar su propia autocensura y sólo fueron publicados tras la forzosa insistencia de sus editores.
El ciclo continúa el próximo jueves 5 de mayo, inaugurando un nuevo mes titulado Para ellos la eternidad, con un homenaje a Rodolfo Walsh, con la presencia de la escritora y crítica literaria Elsa Drucaroff y del periodista y escritor Enrique Arrosagaray.

Emmanuel Burgueño
Nota publicada en el diario Diagonales el 3 de mayo de 2011.
FOTO: ARCHIVO MILBOTELLAS.