Después de un mes sin actividades en el Centro Cultural Islas Malvinas, el Ciclo Cuatro Ficciones comenzó agosto hablando sobre literatura. “Ser escritor necesita de mucha confianza en uno mismo. Porque es un proyecto que nadie te pide que hagas. Te piden que estudies, que trabajes, pero no que escribas”, dijo Leopoldo Brizuela, invitado junto a Claudia Piñeiro.
El público, que compartió la charla como si no hubiera escenario, indagó en la sentencia del autor platense. Si hay más gente que escribe que lectores, y cuál es el lugar social del escritor, fueron dos de las preguntas que se desprendieron. Piñeiro, ganadora del Premio Novela Clarín por Las viudas de los jueves en el 2005, respondió con una anécdota.
No faltaron comentarios acerca del acto de leer y escribir; “yo leo autores, aunque la crítica literaria diga que eso es un camino errado. Leo a Conrad y creo que puedo ser su amigo, que lo conozco -dijo Brizuela-. Siento que la experiencia de autores me puede revelar mi propia experiencia. El problema de la literatura argentina, hoy, es la vergüenza. Falta compromiso con los sentimientos que se ponen en juego. Es imposible pensar en un Chéjov, acá”. También a contrapelo de ciertas formas de lectura, reivindicó la necesidad de conocer la técnica, la retórica de los textos, “para mí, cómo están organizadas las palabras tiene mucho que ver con entender ese iceberg del que habla Hemingway”.
Como en toda charla entre lectores, siempre se vuelve a los clásicos. Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Manuel Puig, Herman Melville, Jorge Luis Borges, y el paso de Graham Greene por un hotel de Corrientes, fueron nombres que celebraron un encuentro en el que, afortunadamente, la literatura estuvo en el centro. El jueves próximo en el Ciclo Cuatro Ficciones, organizado por el Grupo Editor Mil Botellas, continúa con la presencia de Mario Goloboff y Vicente Battista, dos escritores que mantienen una amistad desde los años sesenta.
Luego de una conferencia, mientras firmaba ejemplares, un señor le confesó que aquel era el tercer libro que compraba en su vida; eso no la sorprendió tanto como que le preguntara sobre concursos literarios, ya que él tenía cinco novelas para publicar. Brizuela, autor de Inglaterra. Una fábula, también Premio Novela Clarín en 1999, contestó otra inquietud del público: “La figura del escritor está deteriorada pero es porque hay un deterioro cognitivo, en la capacidad de decodificar. Ya no quedan escritores hijos de obreros como Andrés Rivera o Griselda Gambaro. Están los que se hacen los negros”.
El encuentro avanzó entre recuerdos y opiniones de los invitados, que fueron moviéndose, sin orden, por las experiencias de lectura, los autores más influyentes, la decisión de escribir. “En el verano del ’77 –agregó el autor de Inglaterra. Una fábula- leyendo un best-seller cuyo nombre me reservo, me dije: esto yo lo puedo hacer, y ahí, a los doce años, me puse a escribir”. Claudia Piñeiro recordó sus lecturas iniciales con la picardía de una prohibición adolescente. “Tenía escenas de sexo, entonces me escondía en el cuarto cuando llegaba de la playa”. La autora confesó los orígenes de su primera novela. Ya recibida de contadora, trabajando en un estudio, encontró publicado el concurso literario Tusquets, entonces, se pidió un año de licencia para dedicarse sólo a eso. “Quedé entre los diez finalistas y me dio mucha fuerza”, concluyó la autora de Las grietas de Jara, publicación que estará a la venta por estos días. Leopoldo Brizuela, en cambio dijo, “la idea de estar sólo con un proyecto novelístico me da mucha claustrofobia”.No faltaron comentarios acerca del acto de leer y escribir; “yo leo autores, aunque la crítica literaria diga que eso es un camino errado. Leo a Conrad y creo que puedo ser su amigo, que lo conozco -dijo Brizuela-. Siento que la experiencia de autores me puede revelar mi propia experiencia. El problema de la literatura argentina, hoy, es la vergüenza. Falta compromiso con los sentimientos que se ponen en juego. Es imposible pensar en un Chéjov, acá”. También a contrapelo de ciertas formas de lectura, reivindicó la necesidad de conocer la técnica, la retórica de los textos, “para mí, cómo están organizadas las palabras tiene mucho que ver con entender ese iceberg del que habla Hemingway”.
Como en toda charla entre lectores, siempre se vuelve a los clásicos. Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Manuel Puig, Herman Melville, Jorge Luis Borges, y el paso de Graham Greene por un hotel de Corrientes, fueron nombres que celebraron un encuentro en el que, afortunadamente, la literatura estuvo en el centro. El jueves próximo en el Ciclo Cuatro Ficciones, organizado por el Grupo Editor Mil Botellas, continúa con la presencia de Mario Goloboff y Vicente Battista, dos escritores que mantienen una amistad desde los años sesenta.
Verónica Stedile
Nota publicada en el Diario Diagonales, el lunes 10 de agosto de 2009.
Nota publicada en el Diario Diagonales, el lunes 10 de agosto de 2009.
1 comentario:
lástima que no pude asistir, esta vez me lo perdí. ¿No lo hicieron cantar a Leopoldo? es muy bueno haciéndolo en portugues. Saludos amigos!
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