Cuando dos amigos con cuarenta años de amistad, se juntan a hablar de literatura, las anécdotas y los nombres desfilan uno tras otro. Eso mismo ocurrió el jueves pasado en el Centro Cultural Islas Malvinas, en el encuentro entre Mario Goloboff y Vicente Battista. El público disfrutó la fluidez de dos amigos que se conocieron a fines de la década del sesenta, compartiendo anécdotas con Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Abelardo Castillo, Armando Tejada Gómez, Humberto Costantini, Isidoro Blaisten, Miguel Briante, Ricardo Piglia, Juan José Manauta. Y los nombres continúan.
Vicente Battista y Mario Goloboff se conocieron en la revista El escarabajo de oro, dirigida por Abelardo Castillo, por donde pasaron la mayoría de los escritores de la época. “Cómo dijo Piglia: ¿Quién no pasó por El escarabajo?”, recordó Goloboff. Como un auténtica retrato de época, los dos escritores rememoraron las reuniones en el café Tortoni, sobre avenida de Mayo, hasta la madrugada, con los miembros de la revista. Y si bien los juntaba la literatura, también los unía otras actividades. “Me acuerdo el famoso partido de truco, que se jugó en la casa de Abelardo Castillo -comentó Vicente Battista- Él hacía pareja con Armando Tejada Gómez, y yo con Mario. Le ganamos el bueno en un partido que duró toda una noche. Abelardo no me lo perdonó nunca”.
La revista Nuevos aires salió de 1971 a 1973, dirigida por los dos invitados del jueves pasado en el Ciclo Cuatro Ficciones. “La idea era darle un costado más político, más reflexivo a El escarabajo de oro, pero Abelardo (Castillo) no quiso saber nada. Entonces emprendimos nosotros el proyecto”, confesó Mario Goloboff. La idea original era titularla Adán Buenosayres, como la novela de Marechal. “Le consultamos al propio Marechal pero no aceptó”, comentó Goloboff. Vicente Battista relató una anécdota literalmente sabrosa con el autor de El banquete de Severo Arcángelo: “Marechal estaba cocinando unos macarrones a la Príncipe di Nápoli y yo le discutí sobre cómo se hacía la salsa. Tanta fue la discusión que entonces él me dijo: esto se tiene que arreglar en una cocina. Al sábado siguiente, cada uno con sus elementos, nos debatimos. Los comensales darían el veredicto. Ganó Marechal y yo nunca más cocine macarrones a la Príncipe di Nápoli”.
Si bien las anécdotas y los nombres se centraron en los años previos al exilio de Battista y Goloboff, también hubo lugar a los trabajos actuales. Vicente Battista resumió el argumento de su última novela, Cuadernos del ausente, donde toma como personaje al legendario comisario Evaristo Meneses, un policía de lo más honesto que transitó las calles porteñas en los años cincuenta y sesenta. Mario Goloboff, además de los seminarios y clases en la Universidad de La Plata, está terminando una antología de escritores víctimas del terrorismo de estado, a presentarla en la Feria del Libro en Frankfurt.
El ciclo continúa el próximo jueves con la presencia de Marcelo Birmajer y Samanta Schweblin, dos jóvenes escritores que han abordado al cuento sin importar la coyuntura del mercado editorial que durante años ha marginado al género.
Ramón D. Tarruella
Nota publicada en Diagonales, el martes 18 de agosto de 2009.
Vicente Battista y Mario Goloboff se conocieron en la revista El escarabajo de oro, dirigida por Abelardo Castillo, por donde pasaron la mayoría de los escritores de la época. “Cómo dijo Piglia: ¿Quién no pasó por El escarabajo?”, recordó Goloboff. Como un auténtica retrato de época, los dos escritores rememoraron las reuniones en el café Tortoni, sobre avenida de Mayo, hasta la madrugada, con los miembros de la revista. Y si bien los juntaba la literatura, también los unía otras actividades. “Me acuerdo el famoso partido de truco, que se jugó en la casa de Abelardo Castillo -comentó Vicente Battista- Él hacía pareja con Armando Tejada Gómez, y yo con Mario. Le ganamos el bueno en un partido que duró toda una noche. Abelardo no me lo perdonó nunca”.
La revista Nuevos aires salió de 1971 a 1973, dirigida por los dos invitados del jueves pasado en el Ciclo Cuatro Ficciones. “La idea era darle un costado más político, más reflexivo a El escarabajo de oro, pero Abelardo (Castillo) no quiso saber nada. Entonces emprendimos nosotros el proyecto”, confesó Mario Goloboff. La idea original era titularla Adán Buenosayres, como la novela de Marechal. “Le consultamos al propio Marechal pero no aceptó”, comentó Goloboff. Vicente Battista relató una anécdota literalmente sabrosa con el autor de El banquete de Severo Arcángelo: “Marechal estaba cocinando unos macarrones a la Príncipe di Nápoli y yo le discutí sobre cómo se hacía la salsa. Tanta fue la discusión que entonces él me dijo: esto se tiene que arreglar en una cocina. Al sábado siguiente, cada uno con sus elementos, nos debatimos. Los comensales darían el veredicto. Ganó Marechal y yo nunca más cocine macarrones a la Príncipe di Nápoli”.
Si bien las anécdotas y los nombres se centraron en los años previos al exilio de Battista y Goloboff, también hubo lugar a los trabajos actuales. Vicente Battista resumió el argumento de su última novela, Cuadernos del ausente, donde toma como personaje al legendario comisario Evaristo Meneses, un policía de lo más honesto que transitó las calles porteñas en los años cincuenta y sesenta. Mario Goloboff, además de los seminarios y clases en la Universidad de La Plata, está terminando una antología de escritores víctimas del terrorismo de estado, a presentarla en la Feria del Libro en Frankfurt.
El ciclo continúa el próximo jueves con la presencia de Marcelo Birmajer y Samanta Schweblin, dos jóvenes escritores que han abordado al cuento sin importar la coyuntura del mercado editorial que durante años ha marginado al género.
Ramón D. Tarruella
Nota publicada en Diagonales, el martes 18 de agosto de 2009.
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