lunes, 9 de agosto de 2010

LA MORAL DE JUAN JOSÉ SAER


Rafael Filippelli, director de "Retrato de Juan José Saer", conversó con el público luego de la proyección.

El jueves pasado, en el Centro Cultural Islas Malvinas, se dio un auténtico homenaje al escritor Juan José Saer. A la proyección del documental "Retrato de un Juan José Saer", de Rafael Filipelli, se le sumaron las anécdotas que contó el propio director sobre el autor de El limonero real. En un mes dedicado a la proyección de documentales sobre escritores, un numeroso público pudo ver un documental, del año 1996 y casi inédito, donde se lo muestra a Saer en diferentes situaciones cotidianas, durante un viaje que hacía cada año en el mes de diciembre.
El documental imita el estilo de la prosa de Saer. Se detiene en detalles cotidianos, en charlas triviales, secuencias con un tiempo perezoso, donde el centro son las comidas con amigos y parientes del escritor. Comienzo en una cena en París, antes de su viaje a Buenos Aires, donde el único testimonio en off es el director Hugo Santiago. El cineasta resume la literatura de Saer como un silencio conversado. Una definición que se puede ver en su narrativa y también en la poesía, según Santiago.
Saer visita a Buenos Aires en el año 1994, en plena época menemista y a punto de editar su novela La pesquisa. En su llegada al país, se lo ve en un asado que comparte con Ricardo Piglia, el editor Alberto Díaz, María Teresa Gramuglio, entre otros. La encargada de hablar de la obra de Saer es Beatriz Sarlo, quien lee un poema en donde el escritor define a estas tierras, como “un pan en llamas”. Sarlo remata su intervención asegurando que la literatura de Saer no es pesimista, es moral: “su moral es la perfección estética”.
El documental continúa en una visita a Santa Fe. Primero, a la casa de sus hermanas, y luego en otro asado, esta vez en el interior de la provincia, con otros amigos entre los que se encuentra el cineasta Raúl Beceyro. En todo el documental se lo ve a un Saer fumando, siempre con un vaso de vino en la mano, compartiendo chistes y observando todo su alrededor.
Luego de la proyección, el director Rafael Filipelli compartió algunas anécdotas de film y del propio escritor. En una de las tantas definiciones, comentó que Saer era un impulsivo en todo: como escritor, en su pasión por las comidas que le hacían mal, por el alcohol, el cigarrillo y el juego. “Era como un nene. Le gustaba contar chistes malos, podía pasa toda una mañana contando esos chistes del que nadie se reía”, confesó Filipelli. Y lo describió como uno de sus grandes amigos que conoció a principios de la década del ochenta.
El ciclo continúa el jueves próximo, con la proyección de “Operación Walsh”, documental sobre el autor de Los oficios terrestres. El encuentro contará con la presencia de su director Gustavo Gordillo.

Ramón D. Tarruella
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el diario Diagonales, el 8 de agosto de 2010.

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