Durante el mes de abril, el ciclo literario organizado por la editorial Mil Botellas se dispuso a abordar la literatura desde otros terrenos. En el encuentro del jueves pasado, la presencia de Vicente Zito Lema permitió hablar de política, a veces más que de literatura, y de literatura, a veces más que de política.
Zito Lema dedicó la primera parte del encuentro a retratar su infancia y sobre todo, la formación religiosa, característica que acompañó a buena parte de los escritores de su generación, como Rodolfo Walsh o Haroldo Conti. “En la iglesia de mi barrio, hacían concursos de lectura de La Biblia, y yo solía concursar y ganar. Fueron mis primeros premios-recordó Zito Lema-. El premio era una canasta con fideos, lentejas, arroz. Era una forma de aportar a mi casa”. Con el tiempo, la misma gente de la Iglesia le prohibió participar ya que ganaba casi siempre que se presentaba. El legado religioso lo acompañó hasta que aparecieron las lecturas de Marx, nuevas amistades, y eso lo llevó por nuevos caminos políticos.
Como era de esperar, buena parte de la charla se dispuso a retratar los años en la dirección de la revista Crisis. “La clave de por qué la revista trascendió más que otras fue el momento político, la necesidad política, en la que apareció. Y por su apertura ideológica –explicó-. Bioy Casares, por ejemplo, nos llamaba para que le publiquemos un cuento. O mismo Borges. Pero lo todo lo hacíamos sin tirar a nuestras padres por la ventana”. Y luego recordó los encuentros con algunos de esos “padres”, con Julio Cortázar o Juan Carlos Onetti. “Nos juntábamos y nos quedábamos callados, escuchándolos”, agregó. A Eduardo Galeano, amigo y compañero de la redacción, le atribuyó buena parte de la identidad de la revista. “Él le aportaba un perfil latinoamericanista. El resto éramos muy porteños, y Eduardo siempre insistía con incluir autores del continente”, confesó Zito Lema. Así, la revista supo publicar adelantos o suplementos especiales de autores como Roa Bastos, García Márquez o el propio Onetti.
Su condición de poeta estuvo presente en todo momento en la charla. Desde afirmaciones como “Lautréamont es el punto de partido de la poesía de occidente” o una idea esperanzadora como “la belleza tendrá su lugar cuando haya justicia, y en ese momento, habrá una unión entre la belleza y la poesía”. Por eso, él se definió como poeta en la batalla, ante un momento político, como lo hicieron sus amigos Paco Urondo y Miguel Angel Bustos. O en una pelea contra la locura, desde el manicomio, como Jacobo Fijman, sobre el que escribió, entre otras cosas, la obra de teatro La piel del otro. En esa lucha poética, aclaró que “no me imagino a un poeta llorando ante la muerte”.
Vicente Zito Lema, se sabe, sigue al lado de las causas políticas intensas, años atrás como uno de los fundadores de la Universidad de las Madres, luego cercano a los movimientos piqueteros, y ahora, en un proyecto para abrir una universidad en la empresa recuperada IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas), en el barrio porteño de Almagro. “El próximo 5 de mayo comienzo a dar un seminario sobre la historia de los trabajadores en ese lugar, con la idea de que haya más actividades, y se de lugar a la universidad”. Luego pasó a describir el lugar donde se harán esas actividades: “todo lo hacemos nosotros. Las sillas, las paredes, las mesas, los mismos trabajadores de la empresa”, y luego de invitar al público a participar, advirtió, “no se asusten. Las sillas son buenas, de madera, no de plástico”.
Como despedida, leyó el poema “texto final”, dedicado a las Madres de Plaza de Mayo, de su libro Belleza en la barricada. Luego se dedicó a firmar ejemplares, ante un público que llenó el auditorio del Centro Cultural Islas Malvinas.
El ciclo continúa el jueves 28 de abril, en una charla sobre psicoanálisis y literatura, con la presencia del psicoanalista Enrique Acuña.
Ramón D. Tarruella
FOTO: ARCHIVO MIL BOTELLAS.
Nota publicada en el diario Diagonales, el domingo 17 de abril de 2011.
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