miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL DÍA QUE APAGARON LA LUZ

El narrador, con corte de energía de por medio, despachó elogios y críticas por igual.

L
a presentación de Fogwill en el ciclo “Cuatro Ficciones”, el jueves 4, no fue solamente el típico despliegue de artillería pesada y polémica con la que acostumbra seducir el escritor sino que fueron dos horas de pura literatura, anécdotas y hasta un corte de luz imprevisto que no impidió que siguiera con sus amores y rechazos en el mundo literario, y que el público continuara sorprendiéndose y preguntando.
Entre otras cosas, se pudieron conocer los métodos de escritura de Fogwill “me levanto muy temprano a la mañana, tomo mi primer té verde, me siento en la computadora, termino de leer los mails y el diario, y según lo que veo que venía escribiendo, el material puede terminar en un libro de versos o en una novela”. Contó que la idea de su novela Los Pichiciegos se le ocurrió cuando en plena guerra de Malvinas su madre le dijo: “Nene, hundimos un barco” y recalcó que los escritores tienen una relación privilegiada con el lenguaje.
También describió el procedimiento de sus lecturas: “agarro páginas de los libros y los pego en otro lado”, como ejemplo mostró hojas recortadas de una revista de filosofía que reproducía una conferencia de Michel Foucault, donde entre otros intelectuales estaba presente Lacan, a quien Fogwill definió como un colado y un pedante.
Rescató la figura del escritor Miguel Briante “uno de los mayores narradores argentinos, un grande” y al poeta Héctor Viel Temperley, a quien conoció precisamente con Briante en una noche de copas en los años ochenta. Otros poetas elogiados fueron Martín Gamabarotta, Enrique Molina y Daniel Durán. También las obras de Borges, Poe y Saer.
En cuanto a la relación periodismo y literatura, señaló no conocer casos de periodistas consagrados que hayan dado el paso hacia la escritura de ficción con buenos resultados. Valoró el caso inverso, el de Rodolfo Walsh, “era respetado por los huevos que tenía, porque sus notas eran realmente fuertes. Pero en el panorama actual un tipo como Walsh hoy no sería publicado”.
Tuvo también tiempo para criticar a algunos escritores. Dijo de Tomás Eloy Martínez “¿quién tolera leer una novela de Martínez?”, de Sasturain “no es ni periodista ni escritor, gran tipo, encantador, pero él mismos sabe sus límites”, “Sergio Bizzio maneja mal los verbos”, “Enrique Pezzoni era un burócrata editorial”. La máxima tensión se produjo cuando se le preguntó por Ricardo Piglia. En ese momento el sistema eléctrico del Islas Malvinas no lo soportó y por varios minutos continuó la charla con la sala colmada pero a oscuras. Entonces, arrancó una detallada explicación de por qué no le gustaron las novelas de Piglia. A Respiración artificial la calificó de demasiado pretenciosa, de La ciudad ausente dijo que no entendía el título porque no había ni ciudad ni ausencia, que debería haberse llamado La máquina de Macedonio y que debería leerse como relatos breves más que como novela. De Plata quemada directamente dijo que se trataba de “una porquería, está escrita por un equipo profesional porque Piglia no pudo haber escrito ese libro, hay errores que él no puede desconocer”.
Cuando se le acercó una vela para que Fogwill pudiera leer dos de sus poemas, regresó la luz eléctrica. Comenzó con una parte de “El antes de los monstruito”, escrito en 1998 que contiene frases como “caparlo a Macri”, “fusilarlo a Menem”, e incluso cantó estrofas. También recitó su “Llamado por los malos poetas” del año 2002.
Las charlas del ciclo Cuatro Ficciones organizadas por el grupo editor Mil Botellas en el Centro Cultural Islas Malvinas continúan el jueves 18 con la presencia de Martín Kohan y el jueves 25 con Arturo Carrera, quienes cuentan con el visto bueno de Fogwill que los elogió.

Juan Manuel Bellini
Diario Diagonales, Domingo 7 de septiembre de 2008.

Fogwill leyendo uno de sus poemas: ¨ El antes de los monstruitos¨, escrito en 1998.

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