Héctor Negro
Héctor Negro cerró el mes de septiembre en el ciclo organizado por la Editorial Mil Botellas. Al cabo de una hora y media, su voz aguardentosa evocó a figuras como Carlos Gardel, Juan Gelman y Celedonio Flores, además de recitar glosas y referirse al arte de combinar las letras con la música.
Hincha de Independiente y criado en el barrio porteño de Colegiales, Negro recordó como “el tango llegó a mí y me fue envolviendo a través de unos tíos que tocaban el bandoneón en la casa chorizo de mi infancia”. En el recuerdo se coló un inquilino que “pasaba los discos de Gardel en la vitrola”, alguien a quien el miembro de la Academia del Tango le reconoció “una capacidad melódica admirable”.
Al hablar de sus inicios, cuando decidió ponerle versos a los cantos de murga de su barriada, nombró a Celedonio Flores como “el poeta que más lo marcó” y a Juan Gelman como “el que me hizo engrupir que era poeta”. Junto a Gelman, en los años cincuenta, formaron parte del Grupo de Poesía “El Pan Duro”, cuyo fin era llevar la poesía a lugares como sociedades de fomento, teatros o conventillos.
De sus primeros escritos surgió el libro Bandoneón de papel, editado en 1957. En 1964, “El Pan Duro” se disolvió y Negro se dedicó de lleno a escribir canciones, formando dupla primero con Osvaldo Avena. Ellos dos compusieron “Esta ciudad”, que ganaría en 1967, el Festival de la Canción de Buenos Aires. “Después invitamos a cenar a la barra que gritó por nosotros, pero como no habíamos cobrado el premio no teníamos plata para pagar”, rememoró y reveló que fue Tania, la viuda de Discépolo la que los sacó del apuro.
Ese mismo año, Pugliese se fijaría en “Bien de abajo”, una letra que grabó con su orquesta justamente por tener “la misma fuerza de Discépolo pero optimista”. También en 1967, Mercedes Sosa grabaría la milonga “Para cantarle a mi gente”. “La milonga es la verdadera balada argentina”, agregó Negro.
Sobre la labor compositiva, Negro definió: “Una buena letra y una buena melodía para hacer una buena canción tienen que ser como el guante y la mano; calzar perfecto” Y consideró que “a diferencia de la poesía en el tango no se puede releer” de ahí la importancia de una buena interpretación.
Como broche final, el autor de “Viejo Tortoni” leyó los versos de un poema perteneciente a su libro reciente Cantaría hasta el fin. “Una de las cosas que no puedo evitar es seguir escribiendo”, remarcó antes de agradecer al público presente “el silencio respetuoso que a veces habla más que los aplausos”.
El ciclo Cuatro Ficciones continuará el próximo jueves, dando inicio a octubre, mes que tendrá como nombre Los muchos que escriben, donde los invitados serán todos escritores. El primer encuentro contará con la presencia del poeta y narrador Hugo Mujica.
Hincha de Independiente y criado en el barrio porteño de Colegiales, Negro recordó como “el tango llegó a mí y me fue envolviendo a través de unos tíos que tocaban el bandoneón en la casa chorizo de mi infancia”. En el recuerdo se coló un inquilino que “pasaba los discos de Gardel en la vitrola”, alguien a quien el miembro de la Academia del Tango le reconoció “una capacidad melódica admirable”.
Al hablar de sus inicios, cuando decidió ponerle versos a los cantos de murga de su barriada, nombró a Celedonio Flores como “el poeta que más lo marcó” y a Juan Gelman como “el que me hizo engrupir que era poeta”. Junto a Gelman, en los años cincuenta, formaron parte del Grupo de Poesía “El Pan Duro”, cuyo fin era llevar la poesía a lugares como sociedades de fomento, teatros o conventillos.
De sus primeros escritos surgió el libro Bandoneón de papel, editado en 1957. En 1964, “El Pan Duro” se disolvió y Negro se dedicó de lleno a escribir canciones, formando dupla primero con Osvaldo Avena. Ellos dos compusieron “Esta ciudad”, que ganaría en 1967, el Festival de la Canción de Buenos Aires. “Después invitamos a cenar a la barra que gritó por nosotros, pero como no habíamos cobrado el premio no teníamos plata para pagar”, rememoró y reveló que fue Tania, la viuda de Discépolo la que los sacó del apuro.
Ese mismo año, Pugliese se fijaría en “Bien de abajo”, una letra que grabó con su orquesta justamente por tener “la misma fuerza de Discépolo pero optimista”. También en 1967, Mercedes Sosa grabaría la milonga “Para cantarle a mi gente”. “La milonga es la verdadera balada argentina”, agregó Negro.
Sobre la labor compositiva, Negro definió: “Una buena letra y una buena melodía para hacer una buena canción tienen que ser como el guante y la mano; calzar perfecto” Y consideró que “a diferencia de la poesía en el tango no se puede releer” de ahí la importancia de una buena interpretación.
Como broche final, el autor de “Viejo Tortoni” leyó los versos de un poema perteneciente a su libro reciente Cantaría hasta el fin. “Una de las cosas que no puedo evitar es seguir escribiendo”, remarcó antes de agradecer al público presente “el silencio respetuoso que a veces habla más que los aplausos”.
El ciclo Cuatro Ficciones continuará el próximo jueves, dando inicio a octubre, mes que tendrá como nombre Los muchos que escriben, donde los invitados serán todos escritores. El primer encuentro contará con la presencia del poeta y narrador Hugo Mujica.
Mauro Basiuk.
Foto: Delfina Magnoni
Nota publicada en el Diario Diagonales, el lunes 4 de octubre de 2010.
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